El precio de ser periodista: Toma hostia por ser de la SER

2 de enero de 2012


Hoy se ha celebrado la Toma de Granada, una festividad polémica que reúne a partidarios y detractores. He estado como casi todos los años porque suele haber tensión, hay muchísima Policía para evitar incidentes pero siempre puede ocurrir uno.


Este año, cuando todo ha terminado, el compañero de Radio Granada de la Cadena SER, Carlos Ramiro, se dirigía a la radio. Salía de la plaza del Carmen (Ayuntamiento) y cruzaba la calle Reyes Católicos (la emisora está un poco más adelante, cruzando la plaza Bib Rambla, la Catedral y el Mercado de San Agustín, un paseo de lo más agradable).


Y entonces le han soltado una hostia. Hay que conocer a Carlos Ramiro, un tipo más grande que yo con el que hemos medido fuerzas en el futbito durante años. Un tipo secante y duro, que no se va a asustar por una hostia dada a traición, de forma cobarde, por la espalda. 


La hostia a Carlos no le ha hecho daño. Para nada. La hostia le ha hecho mucho daño a todos los periodistas, al Periodismo. Se empieza porque cualquiera que lleve una chapita, desde serenos a agentes, desde seguratas a inspectores, se crean con la autoridad suficiente para impedirnos nuestro trabajo, que protege la Constitución y el Derecho a la Información del ciudadano al que servimos; y se acaba con un cerebro rapado soltándole una hostia a uno de la SER (o de Ideal, de EFE o de Canal Sur, qué más da) que viene de currar un festivo.


La hostia a Carlos le ha hecho mucho daño al Periodismo. Y a tipos como Carlos (y como yo), simplemente, les ha puesto tristes.


A ver si entre todos empezamos a reivindicar nuestra profesión.


#Vivaelperiodismo


MÁS INFORMACIÓN
La noticia de la agresión, en la web de Radio Granada de Cadena SER.

2 comentarios:

Landahlauts dijo...

La hostia a Carlos le ha hecho daño también a Granada. Ha mostrado, de nuevo, su cara más negra, más cobarde, más llena de hiel... la misma cara que vió Federico y tantos granadinos cuando lo pusieron delante de un pelotón de fusilamiento.

Granada huele a rancio. A camisa azul. A odio, a rencor y a muerte.

Fernando dijo...

Un fuerte abrazo para Carlos y mi solidaridad con todos los compañeros granadinos.

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