Una cita con Hasier Etxeberria

19 de julio de 2017


Elgoibar 18 de julio 2017

Camino nervioso por la calle San Bartolomé, empedrada, peatonal, preñada de tiendas y gente. Un aire frío recorre la arteria, se avecina galerna tras dos días de bochorno de verano, de aire que se te pega a la piel como arena mojada que está sucia. La cita era hace ya varios meses, pero solo esta tarde de julio he podido conjurar el tiempo, doblar el espacio y la adversidad. Llegar a Elgoibar. 

Ahora camino lento porque tengo miedo de lo que me puedo encontrar. La calle se va estrechando como lo hace la vivienda de La Espuma de los Días de Boris Vian, tan a mano para la ocasión. El corazón late porque sé que tengo que llegar. 

Se abre entonces, delante de mí, la Plaza de los Fueros, testigo de la vieja Gipuzkoa, orgullosa: "Constituye un espléndido espacio barroco formado por la casa consistorial, la iglesia parroquial de San Bartolomé, la casa Arriola, porticada, que la cierra por su parte sur, el frontón y el puente Txankakua, que realizaba la función de acceso principal a la villa. En las obras de reforma de esta plaza se hallaron los restos de la Torre Olaso, que han sido marcados en el pavimento". 

A lo mío, que es el frontón y su Ikurrina. Ahí, precisamente, ocurrió y no pude llegar. Me siento en uno de los banquitos para escuchar los sonidos de las piedras, de los chavales que le meten a la pelota, de los mayores que cuchichean euskera viejo, el ruido de la galerna que baja por las montañas a través del valle. 

Se me saltan entonces los lagrimones, que se enjuagan con las gotas gordas de la kazkabarra que cae duro sobre estas piedras y todo el pueblo. Ni me muevo. Me he quedado solo en la Plaza. Entonces, aparece Hasier Etxeberria. 




Eta lo bagaude, zertarako amestu? 
Ta zertan esnatu hemen ez bazaude?
 Eta lo bagaude, zertarako amets egin etorriko diren egun libreekin? 
Zertan amets egin? 
(Berri Txarrak)

 

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