Antonio Fernández Barrera, nuestro padre, nuestro querido aita

3 de marzo de 2015

Mi dolor (A mi aitá)

El dolor es acerado/Frío/Helado/Es hueco/Vacío como un verse sin sentido/como una rosa sin su color/Llega hasta dentro como el pensamiento/Une y separa, es el mar de mi soledad/El Norte encontrado para toda una vida/que se ha ido/y siempre/nunca se acaba de ir/Un dolor que moja mis lágrimas podridas/de incomprensión/de dudas, preguntas sin respuesta/desvelos/nervios/angustias/suspiros/miradas y llamadas/El viento es gélido, la llama débil/El techo de la casa del padre cede/y desaparece como el humo del último cigarro. 
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Este poemilla lo escribí sangrando el siglo pasado, echando de menos a mi padre.  Hoy, 3 de marzo de 2015, hubiera cumplido 89 años. 

Un tipo irrepetible que nos lo enseñó todo desde su ejemplo. Seco, sin palabras, espartano, sufrido, decía que la vida era una mierda por todo lo que le tocó sufrir, pero luego se descubría con una sonrisa al vernos, a su familia. 

Me enseñó, de entre todas las cosas que me enseñó, las dos más importantes que un padre puede legar a su hijo. Me enseñó a leer y me enseñó la libertad.  

Hoy, ya no le lloramos sino que le rendimos sus hijos el homenaje de nuestro recuerdo y nuestro amor.

CRÉDITOS
La fotografia es mi padre con el que esto escribe en brazos, allá por 1965, en Etxalar (Navarra), en el caserío de los Santaolalla.


Alfredo Aguilar: Una foto, una historia y una portada

1 de marzo de 2015





Fotoperiodismo es lo que encontramos hoy en la portada del diario IDEAL. Es una foto y es una historia. 

Las manos en la boca que contienen la exclamación, la admiración. Una mirada de entusiasmo infantil y los héroes, los nuevos dioses, que pasan ante ella, una niña que con la camiseta de su equipo de fútbol y entre sus jugadores ve pasar a los astros del Barcelona. 

Sabemos sus nombres, que lucen en la espaldera de sus camisetas. El momento que recoge el fotógrafo es el de los saludos entre los jugadores. 

En un momento, se produce una brecha por la que Alfredo Aguilar cuela su ojo como balón que supera una barrera y hace diana. Alfredo Aguilar es mágico, la foto es historia viva del deporte por mérito propio, Rivelinho, sonríe.






Y no, no es casualidad. Aquí tienes otro ejemplo de cómo se las gasta Alfredo Aguilar

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