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Tres cruces

22 de agosto de 2012

cruces

Tres amigos míos murieron demasiado pronto. De tres enfermedades distintas y todas malditas. Bordeaban la treintena y sus corazones eran arcones de sentimientos, de vendavales que la tormenta no logró amainar. Devoraban la vida con bocados caníbales sabiendo que con la primera oportunidad llegarían las malas noticias. Vidas en el filo. Imposibles. Reales. Pulsos. Latidos. Demasiado corazón, en cualquier caso, en los tres cuerpos de estas personas que decidieron bucear en la eternidad. No hubo en ningún caso rendición, explosión o sinsentido sino tres juramentos que con el tiempo se convirtieron en una enciclopedia contra el desánimo. El primero de ellos partió sin avisar y eligió para ello, marca de la casa, la peor noche del año, que es la Nochebuena. Todavía repercute en mis oídos el grito desgarrador que crece dentro de ti cuando recibes la noticia y te electrifica el cuerpo de dolor, una descarga de adrenalina negativa que te deja sin aliento y rodeado de una amargura que pegajosa se adhiere al cuerpo como una marea negra en un mar tornasolado. Y esto es para siempre. El segundo se fue en una finta dentro de un requiebro dentro de un rompecabezas dentro de un acertijo dentro de una adivinanza que estaban envueltos, todos, en una ilusión. Le escribí que le esperaríamos, siempre, arriba, en las cumbres de las montañas. Y también abajo, en las olas del mar, en la orilla donde la espuma explota y sabe a sal mientras bogas con los remos mar adentro. El tercero se despidió. Tuvo tiempo para quitarse las gafas y doblar las patillas. Las dejó sobre la repisa de la mesilla, junto al reloj de pulsera, del que también se acababa de desprender. Quería hacer el viaje con toda la comodidad. Sin despistarse. Solo entonces dijo adiós, y respiró hondo. Profundo. Fue una bocanada intensa. Inmensa. Profunda. Un homenaje a la vida que se va. La respiración que todos los días agradezco cuando amanece, entra el sol por la ventana y veo a mi pequeño hijo despertarse. Y sonreír.


Tres Cruces

Antonio Cambril: Todos los problemas del PSOE

1 de agosto de 2012

Salí anoche de la Redacción y, como es costumbre, me fui al Candela. Allí me pedí una cañita y, sentado, me quedé mirando cómo la Luna llena se recortaba sobre un fondo azul cobalto entre la espesura de los árboles que flanquean la calle. Magia y precisión, como cantaban los Nacha Pop en una ciudad también desierta como lo es estos días Granada.


Tap-tap-tap vi venir a Antonio cuesta arriba. Me saludó con sus sonrisa franca y ancha con la que he trabajado durante diez años hace diez años. Fue una época brillante para mí. Nos dimos la mano y le invité a una caña. Me dijo que venía ya de tomarse un gin tonic. Todavía hay clases, pensé. Había quedado con unos amigos y me dejó en mi tranco del Candela. Otras veces, se quedaba y siempre acabábamos hablando de libros.


Recuerdo que me dijo una noche, que para él Periodismo era lograr alguna vez escribir una frase con siete palabras bien puestas, justas, en su sitio, con sentido, irremplazables quizá. También me explicó la poesía. Por ejemplo Lorca. Me preguntó: 
-"¿Lo entiendes?".
-No, le dije yo
-No hace falta entender sus versos, me dijo, sino saber si te hacen sentir las palabras.


Tap-tap-tap le vi marcharse por la calle Pavaneras y me prometí a mí mismo que al día siguiente recuperaría alguna de sus clásicas columnas de opinión, que con el título El Balcón y a diario en la página 3, daba estopa y adjetivos, reñía y metaforeaba en libertad y sin pudor. Sin complejos.


La que he elegido (tras leerme y recordar unas cuantas, como las dos mejores: 'El sobao' y 'La lanzadera'), viene al caso por su actualidad. Es de enero de 1995, hace casi cuatro lustros, y mantiene vigente su pulso y, además, sirve como rayos X de lo que hoy es un problema que ha derivado tanto en el #15M como el #PPSOE. Lean y tomen nota.


Y gracias, Antonio, por todo y por nada. 

  El Balcon

El pacto
ANTONIO CAMBRIL

Más que pacto, lo de la Comisión Ejecutiva provincia del PSOE, la designación del guerrista Antonio India como candidato a la Presidencia de la Diputación y de Jesús Quero como cabeza de lista a la Alcaldía de Granada, es (1) conchabeo, pasteleo, cachondeo, reparto de cargos. Y no aporta nada a la regeneración que se supone tendrá que hacer el Partido Socialista desde la oposición -a que lo van a condenar el tiempo - y sus propios errores. Eso aparte de que la impopularidad de Quero puede afectar negativamente a la presencia del PSOE en la institución provincial.

Durante el comadreo posterior a la entrega de los premios Postiguillo de la Casa de Motril, dos hombres públicos del socialismo me aseguraban que hay sondeos que otorgan 15 concejales al PP, 7 al PSOE y 5 a IU-CA en las próximas elecciones municipales de la capital. También me decía Julia Díaz Berbel, que Nino García-Royo, su esposo, piensa retirarse de la actividad política (y, si no, lo obliga ella) el próximo mes de mayo y dejar, huérfano de cuñado y calculadora a Kiki, el alcalde que viene.

A lo que vamos. Los unos, los felipistas, (2) están más preocupados por renovar el cargo que por renovar el partido; y los otros, los guerristas, tres cuartos y mitad de lo mismo. Con lo cual van a cambiar pocas caras y no se renovarán más que las ambiciones de los mejor situados.

La deuda del partido con muchos de sus cargos electos, de libre designación y militantes (3) que no poseen oficio ni beneficio (que pasaron del tercer curso de Derecho a la concejalía o al escaño parlamentario), o que abandonaron sus profesiones hace 15 años y tienen difícil reciclaje puede hipotecar el porvenir de la organización que ha dirigido los destinos de. España en los últimos trece años .

(4) convertir la Administración en una empresa de colocaciones, en un sagastacanovismo en word perfect, en un relevo cíclico de conservadores y liberales socialdemócratas, en un «quita los tuyos que de algo tienen que vivir los míos» cada 4 u 8 años.

También se avecina (5) un trasvase de funcionarios y simpatizantes interesados a la derecha (ya hay quien le pone peros al que le llamen compañero en público). De algo hay que comer. Esa es la primera cuestión que debe resolver el PSOE para volver a ser lo que fue, repensar su compromiso histórico e impedir la voladura de la izquierda. ¡España, aparta de mí ese cáliz!

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