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Cols 3: Sunday Morning, Una vuelta al día en 80 mundos

30 de enero de 2024



La tercera entrega de nuestro cómic favorito de Malasaña confirma que el desamor es una tempestad de fuerza creativa solo comparable a una buena resaca de domingo por las calles de Madrid

La frase la escupe Fede, El Mejor Camarero del Universo Mondo, “Ja, Ja, Ja. Bien dicho. Bueno, ¿querés otra o seguís dando la vuelta al día en 80 mundos?”. Le habla a Cols, de tremenda resaca en esta nueva entrega, la tercera, titulada ‘Sunday Morning’, tras la gamberrada número uno, ‘Los visones molones’; y la segunda entrega, ‘Una noche en el infierno’.


Si el capítulo 1 de Cols nos presenta a un power girl trío y sus andanzas por los Madriles, en el segundo se adentra al modo del Ulises de James Joyce o de la Divina Comedia de Dante en la psicodelia del cerebro humeante durante una noche de fiesta. Las conversaciones se combinan sin darse paso una a otra, tal cual en el pub de Dublin joyciano o en los círculos del infierno dantesco. Como la vida misma.


Es decir, dejan las cosas bastantes claras de lo que nos vamos a encontrar en estas viñetas. Tanto talento, el de Olivia y Clara Cábez, acabó coronado con el premio al mejor fanzine del 40 ComicBarcelona. Plas, plas, plas y Olé.





Lo que no sabíamos es el giro que iba a tomar en Cols3. Esta vez, como un buen Negroni, se basa en tres partes iguales donde el vermú, la ginebra y el campari se corresponden con Boris Vian, W. Somerset Maugham y F. Scott Fitzgerald. Cols se ha despertado mayor. Es decir, con resaca. Es quizá la clave que lo explica todo. 


La tercera entrega empieza y termina hablando con sendas personas mayores, ambas mujeres. Es también un viaje a la ternura, la droga que envuelve la fría realidad que es siempre, desde el primer capítulo, la pauta que quiere seguir la serie. Al viejo modo del maestro Manuel Vázquez Montalbán en sus novelas del detective Carvalho, donde cada entrega era además de la trama un cumplido retrato de la sociedad española del momento, Cols no es solo bronca, farra, sexo, drogas y rock and roll. Ahora es presente, futuro. También pasado. Hay recuerdos porque se está haciendo mayor. La resaca one more time. Eso que decían que pasaba y que de repente, un Sunday Morning cualquiera, le pasa.





Pero hay mucho más. Hay presente incierto en unos trabajos de mierda, que comparte con sus amigas, que tienen otros curros quizá peores Y un futuro negro en el que entran de nuevo las cuestiones que preocupan a los mayores. ¿Podemos decir adultos? Piensa en el sueldo, la vivienda, el Madrid que desaparece delante de sus propios ojos y, sobre todo, más allá de vivir al día, piensa en esa vuelta al día en 80 mundos.


Boris Vian, volvemos a los autores citados, cuenta en ‘La espuma de los días’ cómo una pandilla de amigos felices tienen que escapar como  pueden de su buhardilla porque ella sola va empequeñeciendo. Dentro de ella la juventud vibra al igual que la ensoñación, pero irremediablemente, mengua la estancia y solo queda al final un pequeño agujerito por el que escapar. ¿Escapar a dónde? Al mundo real. Hacerse mayor. Madurar. Analizar el presente. Pensar en el futuro. Tener resaca. ‘Sunday Morning’.





W. Somerset Maugham, en ‘El filo de la navaja’, cuestiona el significado último de la frágil condición humana y embarcar a su personaje y a todo el coro que le acompaña en una obstinada y redentora odisea espiritual para encontrar la felicidad, que solo se resuelve en el último párrafo de la novela, como el final de un puzzle eterno al que le falta una pieza y en el que finalmente todo encaja. Habla de la muerte y de la renuncia para ser feliz. “El punk es de feas”, escucha Cols en la parte de abajo del bar, a media luz que es tinta roja oscura.


Queda F. Scott Fitzgerald y su ‘Suave es la noche’, en la que los protas, en una existencia aparentemente despreocupada, anclan caras oscuras y aristas afiladas, un buen tenebre, que irán llevando poco a poco a la desintegración de la pareja, así como al progresivo e inexorable deterioro de la autoestima. Es el final del fulgor. Ese momento intenso, único e irrepetible de la vida en el que luego recuerdas, como el rayo de sol o la luz de la luna, la juventud perdida. “¿Sabes cuál es mi truco para no tener resaca?”, vuelve a escuchar Cols.





Hay de todo esto una pizca, un pellizco y un requiebro en este Cosl3 crepuscular de señoras mayores, sopa boba y recuerdos de la infancia, robots articulados y mil guiños que necesitarían una guía hermenéutica y semántica. Está tambié la delicadeza de un abrazo, el poster de los Pelomono y una banda sonora que todo lo envuelve


Cols3 hay que entenderlo como un interludio, un puente entre el fanzine gamberro y el comic social, con componente musical y lo que quieras, pero un retrato de la juventud que lucha como todas las generaciones del mundo por ser felices, tener un futuro. Todo con la dignidad heredada de la gran Literatura que busca respuestas desde el fulgor de la juventud y de sus 80 mundos en un día.


Veremos. Cols4 está en marcha. Pueden ser casi doscientas páginas. Repito, 200 páginas. Un salto en esta serie que va camino de clasiquearse y dar el salto. Eso prometen Olivia y Clara Cábez, aunque la última vez que las vi estaban en una boda con otros muchos invitados llevando a la novia en brazos porque acababa de saltar desde el escenario. 




Los reportajes del viejo gladiador del papel

18 de mayo de 2015


'La catedral olvidada' es un reportaje mayúsculo desde la esquina superior izquierda hasta la esquina inferior derecha. Lo tiene todo para poder decir a los estudiantes y, sobre todo, a los reporteros que perdieron el alma y el corazón en el camino, "así se escribe un reportaje". 

La elección del tema, la valoración y el enfoque, la documentación y el material, la puesta en página y la titulación, la ficha compañera logran que, al final, misteriosamente sepa a poco, se tenga una idea conveniente del tema propuesto, nos haya trasladado al pasado esplendoroso y nos dé las claves de futuro. Además, nos pone en alerta para que como lectores y ciudadanos estemos atentos.

'La catedral olvidada' es una maravilla arquitectónica del siglo XIX que se va desvaneciendo en Madrid. Es un frontón que se llama 'Beti Jai', siempre alegre en erderaz, en castellano. 

Cuando uno es vasco se siente orgulloso de muchas cosas. Una de ellas, una de las principales, es de nuestros deportes. El remo y la pelota son mis preferidos. Las traineras y la Bandera de la Concha son parte definitiva de mi vida. 

La pelota no es el fútbol. Es el frontón. Donosti ha mantenido frontones en todos los barrios donde nos hemos pasado las mañanas y las tardes jugando y aprendiendo a vivir. 

Los del fondo de Amara, donde ahora se levanta el estadio de la Real, Anoeta. Los del Seminario, los más altos que yo nunca haya visto junto con los de los Jesuitas de la avenida de Navarra. Los de mi colegio, Marianistas, el de arriba y el de abajo, donde le veía jugar a Lopetegui, portero de la Real, del Madrid y del Logroñés y ahora entrenador. El pequeño frontón de la parte de atrás de la plaza Easo o el de San Roque, donde los grises primero, los maderos después y hasta hace poco los azules policías nacionales bajaban del cuartel de Aldapeta para jugarse sus partidos de pala. Y mi favorito, el frontón de Ategorrieta, cuando con Josetxo, Jalaka y mi hermano Kike nos caneábamos de lo lindo.

Los frontones son parte de nuestra alma y el reportaje de Mikel Iturralde sabe recogerlo de forma excepcional, sin alharacas, sin gritos, sin estridencias pero con datos, con una narración intensa pero sencilla, clara y directa.

¿Una crítica?
Sé que La catedral es un término muy conocido por afectivo en Bilbao, donde se edita El Correo, el periódico que ha publicado esta linda pero triste historia. Por eso 'La catedral olvidada' me parece un titular de esos redondos, pluscuamperfectos. Llegan al corazón del lector.


Pero yo lo hubiera titulado 'Never Jai', 'Nunca Jai'. 

Con MIkel Iturralde, al que puedes seguir en Twitter @mikelitu y en su magnífico blog ferroviario Treneando, tuve la suerte de compartir muchas jornadas de trabajo. Nos poníamos motes y nos divertíamos tras sesiones de trabajo maratonianas por toda la vieja piel de toro, donde Vocento tiene periódicos por todas partes. 

A él le llamábamos "El viejo gladiador del papel", pero años después veo y leo que su sangre, alma y visión periódística se muestra sana, fresca e intacta. 

Y entonces sonrío.



Cadena SER Madrid: El maldito juego de las diferencias

29 de junio de 2012

SER Madrid

No voy a haceros perder el tiempo. Recuerdo que José Luis Peñalba, el antológico profesor de Redacción Periodística de segundo de Periodismo en la Facultad de la UPV/EHU nos contó en una de sus charla-clases la anécdota del director de un periódico español de visita por Estados Unidos. El ejemplo era genial para conocer la diferencia entre Periodismo y otra cosa que llaman periodismo (nótese las mayúsculas y las minúsculas).

En estas, decía el bueno de Peñalba en aquel curso 1986-87 en Bilbao, que tras enseñarle al director del diario español la inmensa redacción del diario estadounidese le abrieron la puerta de una sala que se encontraba completamente vacía y le anunciaron: "Y esta es la mítica y gloriosa sala de los reporteros que nos ha proporcionado la fama, el dinero y media docena de premios Pulitzer".

-Pero, pero, pero... Si está completamente vacía, logró apenas balbucear el director del diario español, teatralizaba Peñalba que daba gusto esta anécdota...

-Claro, respondió con empaque el director estadounidense, sabedor de su victoria de antemano. Es que los reporteros trabajan en la calle.
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Por esta anécdota, por el amor al Periodismo, por lo que he aprendido en la SER, por todo lo que la he escuchado, porque conozco precisamente esa redacción y por los compays que son mis amigos y en ella trabajan, me entristezco de solemnidad al ver esta foto de la Redacción de la SER en Madrid completamente vacía. Y no lo está por el motivo que acabo de describir. No están en la calle trabajando. Están en la calle para poder seguir trabajando.

#CadenaSERenHuelga #NoalEREenlaSER

Redacción Cadena Ser en Madrid


Cadena Ser Madrid

En torno al 15M: Getafe Negro debate para qué sirve la policía

18 de octubre de 2011



Esta semana la cita es en Getafe, al sur de Madrid, y la cosa va de policías, de narrativas, de humo y licores, de polis y lumis, de cuando leía a Carvalho, de Maigret y compañía, pero pasado todo por los Madriles y por el cambalache del siglo XXI.

Se llama Getafe Negro y es el festival de novela policiaca de Madrid. La idea es más que buena y hay sesiones de las que molan, como se comprueba en el programa.

Si estás hoy por los Madriles no te deberías perder una sesión que está titulada con fuerza:

¿Para qué sirve la policía? Un debate entre la libertad y la seguridad


¿Pacificadores sociales o guardianes de la propiedad privada? El reciente papel de la policía en manifestaciones como las organizadas por el movimiento #1-M han puesto en entredicho la labor de los cuerpos antidisturbios. Se les acusa de un uso excesivo de la fuerza.

En este debate, Lorenzo Silva defenderá la acción de los cuerpos de seguridad del estado mientras que Montero Glez. optará por denunciar el papel de la policía como servidores del statu quo.
 
Los ponentes son Montero Glez y Lorenzo Silva, moderados por Purificación Beltrán

El lugar es CMC a las 18 horas.


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La página web oficial
La cuenta en Twitter @getafenegro

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