Y es entonces cuando vuelves a respirar.
-El cine de Pasolini, escrito por un argentino
-La actualidad del pensamiento de Pasolini
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Os presento a Mikel Díaz Larzabal, mi primo mayor, con quien me tomaré mis vinitos cuando tengamos ochenta años, que nos decimos para recordarnos, además de nuestros lazos de sangre, nuestra profunda e incombustible amistad.
Mikel también es nieto de Juan Larzabal.
Según me escribe, parece ser que su Novela, así, con mayúscula, va a ver la luz.
De momento, me deja bloguear el prólogo, del que me llega una fuerza inusitada, una rabia juvenil, sin arrepentimiento alguno, con odio seguramente en algún momento y todo, como es Mikel, envuelto en una ternura candorosa.
Yo sé de quién habla, y supongo que irán apareciendo en los capítulos.
Espero que os guste.
Y espero que se la publiquen, que de boca en boca y de blog en blog vaya triunfando, que le hagan muchas entrevistas en la tele, que se haga famoso, le pongan un programa en la radio se ligue a cuanta tía buena le pase por delante, se compre un velero -"El Vencedor" le llamaremos- y me invite y que de paso se divierta y se forre.
Es lo menos que se merece él y todos aquellos cuya banda sonora fue cantada por Lou Reed al ritmo del Walk on the wild side.
¡Viva la pena!
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PRÓLOGO
En la plaza de la Constitución nació mi abuelo. La Consti, como la llamábamos nosotros, está situada en el centro de la Parte Vieja de San Sebastián. En esa plaza pasé la mayor parte de mi infancia, mi adolescencia y mi juventud.
Cuando en el año 1978 San Sebastián se vio invadida por las drogas obedeciendo a una premeditada estrategia de aniquilación física y mental de la juventud, muy politizada y conflictiva, yo tenía diez y seis años.
No fui una excepción. Caí en la fiebre de las drogas junto a la gran mayoría de mis amigos.
Pasábamos tanto tiempo en la plaza de la Constitución que un día contamos a lo largo y ancho los adoquines que cubrían el suelo de la plaza, realizamos una sencilla operación matemática y localizamos con exactitud su punto central, donde clavamos una chincheta.
A partir de ese momento decidimos que aquella chincheta señalaba el centro del mundo.
De 1978 a 1983 en la plaza de la Constitución se consumió y se traficó con droga de un modo abierto y desmesurado, alarmante, brutal.
Al echar una mirada atrás no necesito hacer ninguna operación matemática para saber que más de la mitad de mis amigos están muertos, encerrados en un psiquiátrico, deambulando por las calles de alguna ciudad o vegetando en casa de su familia.
Mi intención con el texto que viene a continuación no es describir o analizar el caos político y social que aquello originó. Tan sólo está formado por algunos de los acontecimientos que fueron sucediendo a través de mi propio viaje alucinado desde el centro del mundo hasta su periferia, un período divertido y apasionante en su momento y desolador a día de hoy. Aunque sin perder del todo la sonrisa, que visto lo visto es de lo poco que nos queda.
Por eso lo he titulado Viva la pena. Es lo que hubieran querido mis amigos. Y a pesar de todo, también mi abuelo.
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No me negarán no que Mikel ha parido un texto desde el Infierno pero que está escrito como los ángeles, ¿eh?
Un beso, primo
Javier
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La carga de los Mamelucos en la Puerta del Sol. El Dos de Mayo de Goya. Son soldados del Imperio francés. Egipcios. El propio Arturo Pérez-Reverte destaca que su jefe, Mustafá, en la batalla de Austerlitz casi alcanza al Gran Duque de Rusia.
Solemos bromear con que siempre hay alguien de Guadix sea lo que aconteciere, fuera lo que fuese.
Que si Frank Sinatra murió el día de San Torcuato, Patrón de Guadix.
Que sí hay un tsunami y aparece como testigo y superviviente un pintor accitano.
Que si hay una matanza en una Universidad de Estados Unidos y, por supuesto, hay un estudiante de Guadix....
Bien, pues el 2 de mayo de 1808 tampoco se libra de esta furia accitana.
Por lo menos, en la novela "Un día de cólera", de Arturo Pérez-Reverte.
Estamos en la página 351, de las casi 400 de la novela.
Muertos ya Daoiz y Velarde y compañía, tras el día de cólera llega el día de venganza de los franceses, crueles e inmisericordes. De ahí que puedan ser un imperio, de ahí que así les fue.Llegan los fusilamientos del 3 de mayo.
Llegan los epílogos y las recapitulaciones.
Llegan los memorándums y las reflexiones que colocarán a cada cual en su lugar en la Historia.
Un ejemplo.
Copio.
"Media hora más tarde, en su despacho de la Junta Superior de Artillería y apenas informado de la muerte de Luis Daoiz, el coronel Navarro Falcón dicta a un amanuense el parte justificativo que dirige al capitán general de Madrid, para que éste lo haga llegar a la Junta de Gobierno y a las autoridades militares francesas: Estoy bien persuadido, Sr. Excmo., de que lejos de contribuir ninguno de los oficiales de Cuerpo al hecho ocurrido, ha sido para todos un motivo del mayor disgusto el que el alucinamiento y preocupación particular de los capitanes D. Pedro Velarde y D. Luis Daoiz sea capaz de hacer formar un equivocado concepto ttrascendental de todos los demás oficiales, que no han tenido siquiera la más mínima idea de que aquéllos pudieran obrar contra lo constantemente prevenido".
"El tono de ese oficio contarsta con otros que el mismo jefe superior de Artillería de Madrid escribirá en los días siguientes, a medida que vayan sucediéndose acontecimientos en la capital y en el resto de España. El útimo de tales documentos, firmado por Navarro Falcón en Sevilla en abril de 1814, terminada la guerra, concluirá con estas palabras: "El 2 de mayo de 1808 los referidos héroes Daoiz y Velarde adquirieron la gloria que inmortalizará sus nombres y ha dado tanto honor a sus familias y a la nación entera".
Sin comentarios, si el maestro Pérez Reverte no los hace, yo, tampoco.
Pasemos ahora a Guadix.
Escribe Arturo Pérez Reverte en la página 385: "Pero entre todas las cartas y documentos escritos por las autoridades eclesiásticas en torno a los sucesos de Madrid, la paastoral de don Marcos Caballero, obispo de Guadix, será la más elocuente. En ella, tras aprobar el castigo "justamente merecido por los desobedientes y revoltosos", Su Ilustrísima previene: "Tan detestable y y pernicioso ejemplo no debe repetirse en España. No permita Dios que el horrible caos de la confusión y el desorden vuelva a manifestarse ... La recta razón conoce y ve muy a las claras la horrenda y monstruosa deformidad del tumulto, sedición o alboroto del ciego y necio vulgo".
Pues eso.
Tan solo un apunte más.
Un disparo a quemarropa del compay Ignacio Escolar:
Ene 05
Los madrileños de hace doscientos años nos han dejado un ejemplo de heroísmo, de valentía y de patriotismo que queremos tener siempre presente. […] que ese ejemplo sea conocido y admirado por todos los madrileños y especialmente por los más jóvenes.
Yo no sé qué hubiera hecho. De joven, como todos, pensaba que hubiera salido a luchar. Ahora, con la lucidez de los años, no soy capaz de decirlo. Depende de cómo hubiera ido todo, de las circunstancias que me hubiera tocado vivir. En principio, salir a la calle para qué, ¿para defender a esos curas, a esa nobleza inculta, a esos Borbones corruptos? Que salga su puta madre. Pero si veo a ese francés matando a mis vecinos, fusilando, ejecutando. ¿O si una bala perdida alcanza a un familiar en casa? Mucha gente sale por venganza, por rabia, por rencor o por el qué dirán. Qué tragedia, insisto, ese día para los lúcidos, para la razón, para Moratín, para Goya, para la gente culta.
Arturo Pérez-Reverte (la negrita es mía)
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Domingo por la mañana.
Página 6. Patente de corso, de Arturo Pérez Reverte.
La voy leyendo y me recuerda a otra magnífica página que escribió en su día: "Aquella navidaad del 75."
La busco de inmediato en Googgle y de inmediato la encuentro.
Y recupero frases escritas por Pérez Reverte en 1995, hace ya más de diez años.
Son las siguientes:
"Estaba el arriba firmante el otro día en Sevilla, presentando un libro, cuando en mitad del trajín se acercó a la mesa un tipo grande, cincuentón largo, con una portada de ABC vieja de veinte años.
-¿Sabes quienes son éstos?
Miré la foto. Un Land Rover en el desierto, junto a una alambrada. Soldados con turbantes y cetmes. Un militar fornido, en quién reconocí a mi interlocutor. A su lado, un joven flaco con el pelo muy corto, gafas siroqueras, ropa civil y cámaras fotográficas colgadas al cuello. El titular decía: Tropas españolas patrullan la frontera del Sáhara Occidental. Cuando terminó el acto y fui en busca de mi visitante, éste se había ido. Lamenté no poder darle un abrazo. No sé qué graduación tendrá ahora, pero en aquella foto era capitán. Se llamaba Diego Gil Galindo, y durante casi un año compartimos tabaco, arena del desierto y copas en el cabaret de Pepe el Bolígrafo, en El Aaiún, cuando éramos jóvenes y él creía en la bandera y en el honor de las armas, y yo creía los Reyes Magos y en la virginidad de las madres. Y tal día como hoy, víspera de Navidad, hace exactamente veinte años, a Diego Gil Galindo lo vi llorar".
Y más adelante:
"Esa última noche, víspera de Navidad, cuando el director de mi periódico –PUEBLO- cedió a la presión de Presidencia del Gobierno y me ordenó salir del Sáhara con las tropas españolas, la pasé en el bar de oficiales de un cuartel desmantelado, mientras los archivos ardían en el patio y los soldados del general Dlimi se apoderaban de El Aaiún. Algunos de los militares que me acompañaban ya están muertos. Pero guardo su amistad bronca y generosa, hecha de cielos limpios llenos de estrellas, nomadeando bajo la Cruz del Sur: viento siroco, combates en la frontera, agua de fuego, chicas de cabaret, infiltraciones nocturnas en Marruecos… Sin embargo, lo que en éste momento veo son sus ojos tristes aquella última noche, su amargura de soldados vencidos sin pegar un tiro. Atormentados por su palabra de honor incumplida, por sus tropas indígenas engañadas y por aquella inmensa vergüenza de cómplices pasivos que les hacía inclinar la cabeza. Y también recuerdo la concienzuda borrachera en que nos fuimos sumiendo uno tras otro, y mi desilusión al verlos de pronto tan humanos como yo, infelices peones de la política, víctimas de sus sueños rotos. Compréndanlo: yo tenía veintipocos años y ellos había sido mis héroes".
Para terminar:
"También me acuerdo de aquella noche que llovió sobre El Aaiún. A veces se oía un tiro aislado hacia Jatarrambla, o los motores de las patrullas marroquíes que llevaban saharauis detenidos. Veo el llanto infantil del teniente coronel López Huerta, la fría y oscura cólera del comandante Labajos, la sombría resignación del capitán Yoyo Sandino. Y recuerdo a Diego Gil Galindo, la enorme espalda contra la pared de la que colgaban trofeos de combates olvidados que ya a nadie importaban, con lágrimas en la cara, mirándome mientras murmuraba: “Qué vergüenza, Niño. Qué vergüenza “
Así fue mi última Navidad en el Sáhara, hace veinte años. La noche que murieron mis héroes, y me hice adulto."
Hoy, Arturo Pérez Reverte ha escrito "Una foto en la frontera":
"Guardo entre mis papeles una vieja portada del diario ABC. Se trata de una foto hecha en el Sáhara el 5 de noviembre de 1975, víspera de la Marcha Verde (...) Esa portada la conservo porque el soldado que mira hacia las alambradas no es un soldado: soy yo con 23 años (...) Hoy quiero hablarles de un tipo corpulento que aparece de espaldas en esa portada del ABC, sentado junto al conductor del Land Rover. Se llamaba Diego Gil Galindo y era capitán de la Policía Territorial del Sahara. También era uno de mis héroes (...)
Y sigue contando.
El capitán ha fallecido, recientemente.
Y Pérez reverte recuerda cómo recorrían El Aiún mientras el capitán lloraba la vergüenza y le llamaba gollete.
Y entre la vergüenza, las peleas, el abandono de la infancia y la madurez, la guerra el fin del Imperio un siglo después de lo de Filipinas y Cuba en el Sahara, y la muerte de Franco, y las lágrimas, y el honor, y las peleas. Y dios, y el amor. Y el heroismo. Y la derrota.
Resulta que en estos dos artículos a mí me da por encontrar la chispa de la saga de Alatriste.
Y que en la figura del capitán Diego Gil Galindo, la del Capitán Alatriste.
Supongo que el epitafio de este militar será: "No era el personaje más honesto, ni el más piadoso, pero era un hombre valiente».
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“Yo decapité con mi sagrada mano derecha la cabeza del judío americano Daniel Pearl, en la ciudad de Karachi, Pakistán.”
Khalid Sheik Mohammed, detenido en marzo de 2007:
Ahora, estrenan la película.
Tiene buenas pintas.
Es la terrible historia de Daniel Pearl.
La de su mujer.
La de sus amigos, compañeros.
La de su hija.
Daniel Pearl era periodista.
Trabajaba para The Wall Street Journal.
Fue secuestrado y asesinado en Pakistán.
Perdón, fue degollado.
Bernard-Henri Lévy noveló la historia en ¿Quién mató a Daniel Pearl?
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Ha muerto Lord Deeds.
Y, oh sorpresa, resulta lo siguiente:
"Con la muerte de Lord Deedes el pasado sábado a los 94 años, el periodismo ha perdido a uno de los más grandes que hayan ejercido este oficio en la Historia.
Su impronta como reportero ya quedó marcada en 1935, cuando con veintidós años fue enviado por el «Morning Post» a Addis Abeba a cubrir la inminente invasión de Abisinia por las tropas de Mussolini.
Cuando el enviado especial de un diario rival, el «Daily Mail», vio a Bill Deedes llegar al hotel de la capital etíope con un equipaje que pesaba un cuarto de tonelada y que incluía baúles de cedro rematados en zinc, todo tipo de complementos ecuestres -pese a que él no montaba a caballo-, tres trajes tropicales hechos a medida en Austin Reed -algo perfectamente inútil en una ciudad que está a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar- e innumerables complementos más adecuados para un safari, nació para la literatura universal William Boot.
Y es que el periodista rival era Evelyn Waugh, uno de los más grandes literatos británicos del siglo XX.
En el momento que Waugh vio a Deedes empezó a concebir el personaje central de «Scoop», la hilarante novela sobre los enviados de guerra que es todo un tratado sobre cierto tipo de periodismo.
Y William Boot, como William Deedes, acabaría siendo un periodista de éxito".
Más en
Lord Deedes: cuando la realidad supera la ficción
Vía abc.es
Gracias
Y resulta que "Scoop", hasta cierto punto, a mí me salvó la vida durante la cobertura de la campaña electoral del Partido Popular durante el Referéndum de Andalucía.
Además, lo blogueé como Dios manda:
Scoop: Un remedio contra la abducción (I)
Scoop: Un remedio contra la abducción (II)
Scoop: Un remedio contra la abducción (III)
PD. Como estamos en época de saldar viejas deudas, se lo dedico a Rigoletto.
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