Jesús Lens se pasó por las séptimas Jornadas de Blogs y Medios de Granada y se ha quedado con una serie de conclusiones que ha publicado hoy en el periódico Ideal y en su blog con el título ¿Hay que matar al redactor jefe?
Esta es mi respuesta, y esperamos un buen debate, tanto aquí como en el propio blog de Jesús Lens. A ver si entre todos podemos sacar unas buenas conclusiones. ¡Gracias!
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Ummmmm!! El concepto era 'sacrificar' más que 'matar' y como ejemplo público ;-) y en mitad de la Redacción. Este concepto, acuñado por el insigne Pepe Cervera, se refiere a que hay que sacrificar al redactor jefe de Internet cuando se equivoque. Solo así la gente en la empresa tendrá la percepción de que la web es importante. realmente, Maese Cervera lo único que hace con esta imagen es reivindicar todo el poder e importancia para el periodismo en Internet, lo que le agradecemos.
La frase "¿Hacia dónde va el Periodismo (...) Porque la respuesta a esa pregunta tiene mucho que ver con el hacia dónde va nuestra sociedad?" es para enmarcarla.
Va hacia el mercantilismo?
Hacia el tecnoanarquismo?
Es una vuelta al campo, donde nos conformábamos con menos?
No te recuerda que en internet siempre menos es más?
No es más cierto que los diarios nunca fueron rentables y que del siglo XX, para que hayan pervivido dos docenas han muerto dos millares. Nunca las teles fueron rentables hasta que se llenaron de basura y despreciaron los informativos. Ni las autonómcas ni las radios son rentables salvo una, que lo es a raudales. Las demás, subsisten.
La prensa nunca dio dinero, dio otra cosa: compromiso, democracia, formación, entretenimiento, influencia, liderazgo... Pero nunca dio dinero. Nunca fue un negocio en sí mismo. Fue, exactamente, con la sociedad y cuando ésta mutó con ella desapareció.
La prensa necesita dinero para ser independiente. Es decir, para poder criticar a los otros poderes y a sus administraciones sin necesitar su dinero. Eso no quiere decir que sea una máquina de ganarlo.
La anomalía de ganar dinero con un diario ha terminado. Certificado por el mismísimo Cebrián: "La fiesta ha terminado".
Ahora es el momento de los periodistas, de los que nos conformamos con serlo, con nada más.
Con meter los dedos y no sacarlos hasta que haya algo al final.
Los que perseguimos la historia y con ella nos da un sueldo.
Los que somos incómodos.
Los que así nos ha ido hasta ahora, man!
Es el mejor de los tiempos para los periodistas. Es el peor de los tiempos para las empresas periodísticas.
Es La historia de dos periodismos.
Vuelve Charles Dickens:
John Carlin / El País / "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la
- It was the best of times, it was the worst of times, it was the age of wisdom, it was the age of foolishness, it was the epoch of belief, it was the epoch of incredulity, it was the season of Light, it was the season of Darkness, it was the spring of hope, it was the winter of despair, we had everything before us, we had nothing before us, we were all going direct to heaven, we were all going direct the other way - in short, the period was so far like the present period, that some of its noisiest authorities insisted on its being received, for good or for evil, in the superlative degree of comparison only.
- Charles Dickens, A Tale of Two Cities
English novelist (1812 - 1870)
sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación". Así arranca la novela Historia de dos ciudades, de Charles Dickens, el periodista más famoso de todos los tiempos. La trama del libro, escrito en 1859, se desarrolla durante la Revolución Francesa. Dickens, que trabajó en media docena de periódicos, podría haber escrito las mismas palabras hoy sobre la revolución de Internet. La irrupción de la world wide web en el antiguo imperio del periodismo ha provocado incertidumbre y confusión, sin que nadie tenga muy claro si la toma de esta Bastilla debe de ser motivo de esperanza o de desesperación. El consenso sólo existe alrededor de una gran contradicción: que vivimos en el mejor de los tiempos para el periodismo, y también en el peor. Nunca ha habido una mejor época para hacer periodismo escrito, y nunca ha habido una peor para ganarse la vida ejerciéndolo; hay más mercado que nunca, pero menos ingresos.
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