Palíndromos, Laberintos, Ercher

31 de julio de 2007

Adoro los palíndromos.
Me encanta escribir.
Con un palíndromo escribes dos veces.
Una vez se me ocurrió, seguro que a muchos otros también, lo fenomenal que sería poder ser ambidiestro.

Poder escribir con la derecha y con la izquierda.
Pero eso ya hacíamos antes con la máquina de escribir y, ahora, con los ordenadores.
Me refiero a poder escribir DOS textos diferentes.
Sí que estaría bien, sí.

Por eso adoro los palíndromos, porque escribes dos veces, aunque digas lo mismo.
Sara Baras.
Mi madre me dijo que era un palíndromo.

Si son números, se llaman capicúas.
84148, la matrícula del 600 de mi madre.


También adoro los laberintos.
Son enigmáticos.
Cualquier película, libro o cómic que incluya un laberinto me seduce.

Y me gusta Ercher, el autor de la ilustración de más arriba. Y también el autor de la ilustración de más abajo.

Estoy un tanto sacudido, tristón.
Demasiado cáncer dando vueltas por dentro de personas que quiero.

Así que he decidido escribir sobre estas pequeñas creaciones -laberintos, palíndromos-, que hacen que pese a la muerte, esta vida sin embargo merezca la pena.

Y así...


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