Juan Larzabal, nuestro abuelo

11 de diciembre de 2012

Juan Larzabal 

Juan Larzabal es mi abuelo paterno. Falleció cuando yo estaba en 2º de BUP, al principio de los años ochenta. 

Me encantaba mi abuelo. Era alto, elegante y se presentaba en el toldo en la playa de la Concha de traje y corbata. De tez blanca, eso del agua no le gustaba, así que nosotros salimos a su mujer, mi abuela Pepa, que murió hace dos años y a ella sí, le encantaba nadar. 

A mi abuelo Juan Larzabal lo que le gustaba era el fútbol y el mus. Le pegaba de maravilla y con estilo, era centrocampista y cerebro de equipo. Igual que al mus. Yo jugué alguna vez con él de pareja y le pegaba de maravilla a los órdagos. 

Cuando enfermó, le dio un derrame y le ingresaron en el hospital, mi padre, que era médico, llegó a casa desasosegado. Recuerdo que cenó intranquilo y, sobre las once de la noche le dijo a mi madre que se subía con el abuelo, que no le había visto nada bien y que no estaba tranquilo. 

Di un paso al frente y me subí al hospital con mi aitá. Recuerdo la autoridad que tenía mi padre, no la que se impone, sino la que muestra la gente con respeto, la que cedes a una persona voluntariamente. Cuando mi aitá entraba en cualquier hospital de Guipúzcoa poco menos que se le cuadraban. Era un señor médico y mejor persona, claro. 

Tengo fresca en mi memoria la imagen de mi abuelo Juan Larzabal durmiendo en la habitación. Extinguiéndose. Le besé y a la mañana siguente moriría, durmiendo, en paz y feliz. 

Hoy, hace media hora, me ha lamado mi madre y me ha dicho que vea la página 21 de El Diario Vasco y, en efecto, ahí está, joven de perfil (primero por la izquierda) jugando al mus. 

Me he emocionado. Me dice mi madre que la foto es de la década de los 50, que está muy joven, con el pelo oscuro y que en 1963, cuando mi madre se casó con mi padre, mi abuelo ya tenía canas. (Yo aparecería en mayo de 1965).

Y, en efecto, es el gremio de panaderos, donde trabajó unos años el abuelo Juan porque después de la guerra no había café. Luego llegaría Casa Paulista y el Negrito de la calle Garibay, que hoy tienen mis primos Larzabal, los hijos de mi padrino Pit Larzabal, en la esquina de la plaza de Guipúzcoa. 

Pero esa, esa es otra historia :-)

PD. Mi abuelo me dejó su biblioteca, que me traje aquí, a Granada. Eso es una herencia, abuelo. Asko maite zaitut.

1 comentarios:

Raul Perez dijo...

Historia polita, bai. Oso emozionantea.

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