El País Semanal de ayer publicó un excelente reportaje titulado ‘Los despachos del poder’. La entradilla rezaba: "Rescates bancarios, administración de justicia, Presupuestos del Estado, investigación científica y el día a día de la soberanía popular. Cada decisión tiene su escenario. Salas casi siempre imponentes donde se toman medidas que afectan a los españoles y donde la mayoría de ellos nunca ponen un pie. Aquí descubrimos algunos de sus secretos".
-Incluye una fotogalería: ‘Espacios de decisión’.
Un año y medio antes, un 19 de marzo de 2012, publicamos el mismo reportaje, exactamente igual, en el diario Ideal de Granada. Bueno, no tan calcado, ya que se circunscribió al ámbito granadino, mientras que el de El País recorre los santuarios nacionales del poder.
El reportaje se presentó a doble página en la edición impresa y abrió la home de Ideal.es. El título fue el mismo, ‘Los despachos del poder’ y en vez de la fotogalería optamos por publicar las fotos en la propia versión digital del reportaje.
Incluimos dos piezas más en la web. Por un lado, un post en mi blog en el que dejaba constancia de los ‘poderosos’ que habían rechazado abrir sus despachos. Curiosamente, el ahora tan polémico arzobispo de Granada se mostró encantado de participar, pero la gestión llegó tarde, cuando ya se había cerrado el trabajo del reportaje.
Por último realizamos un vídeo en el que tuve la oportunidad de sentarme en lugares tan insospechados para mí como el sillón del alcalde de Granada, José Torres Hurtado; o el del presidente del Granada Club de Fútbol, Quique Pina. Una experiencia completamente enriquecedora. A todos ellos les estoy completamente agradecido.
Uno, que siempre quiso trabajar en El País, diario que leo desde 1984, el año en que llegué a estudiar Periodismo en la Universidad, se considera absolutamente feliz de haber tenido la misma idea que El País, para mí, uno de los mejores periódicos que se editan.
Así que el domingo, cuando abrí El País Semanal, una sonrisa de campeonato se dibujó en mi cara. Y hasta me emocioné, como si una ínfima parte de mí estuviera rulando por esas páginas.
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