A veces cuesta mucho despedirse. Probablemente porque de Antonio Espina no me apetece despedirme, aunque se haya ido de este mundo destemplándonos a todos los que le conocimos. Lo tenía perdido de vista, como a tantos, pero ha sido suficiente una llamada con la noticia de su fallecimiento para dejarnos a muchos congelados. Antonio Espina era el periodista de nuestra generación criado en los bares, en las calles y en la cancha. Luego llegaba a la Redacción y ahí lo dejaba todo para hacer lo que sabía.
En los bares lo recuerdo trasegando tubos por el gaznate a todo trapo. Siempre fumaba rubio americano y era de los pocos-pocos que siempre te daba un pitillo en cerocoma si se lo pedías. Y, además, con una sonrisa. Espina era generoso.
En las calles era el puto rey. Alto, elegante, siempre bien vestido, las manejaba de forma maravillosa, con habilidad y entereza. Era parte de su medio natural.
En la cancha era el alma de nuestro equipo. Dotado de una técnica formidable, cerraba atrás como pocos y nos lanzaba al ataque al adelantarse a las jugadas de los rivales. Por arriba de cabeza, por abajo con las piernas, al choque con el cuerpo, te sabías seguro cuando jugaba Espina.
En la Redacción, cuando aquella Redacción de IDEAL era un universo en sí misma, sabía ser protagonista cuando tocaba y es al único que recuerdo que consiguió devolver una broma al trío formado por Rafael García Manzano, Willy Soria y Piñero.
Resulta que Espina venía en moto. Rafa, Willy y Piñero, día tras día, le escondían el casco, con lo que Espina no podía salir del periódico. No se lo daban hasta que Antonio Espina porfiaba, se cagaba en las muelas de todos los dioses, una hora después, o cuando ya le tenían bien calentados los c o j o n e s, decidían devolvérselo. Hasta que un día, va el Antonio Espina y cuando le esconden el casco, va y está al quite y lo cambia de sitio. Así que cuando, una vez más, Antonio Espina fue a buscar el casco y no estaba, el trío compuesto por Manzano, Soria y Piñero se volvió a espollar de la risa.
Pero esta vez, Antonio Espina elevó sus quejas. Argumentó que tenía un compromiso ineludible y que ya no tenía gracia. Entonces, compadecidos, Manzano, Soria y Piñero fueron al armario donde tenían escondido el casco para devolvérselo... pero no estaba, porque el propio Espina lo había sacado de ahí. Cuando estos se sorprendieron y Espina vio que habían picado, empezó a gritar por todos los diablos y se cagó en todos los muertos del mundo. Manzano, Soria y Piñero estaban desesperados buscando el casco por toda la Redacción y preguntando a todo el mundo mientras Espina seguía a grito pelao.
Al final, Espina sacó el caso de donde lo había re-escondido, se fue para los tres y les dijo, "que ahí os quedáis y que no me volváis a tocar ni el casco ni los cojones".
Lo bueno de la Redacción es que todos nos empezamos a morir de la risa, Manzano, Soria y Piñero los primeros.
Te echamos de menos, Antonio Espina
ALINEACIÓN:
(Arriba) Justo, Espina, Velasco, Fuentenebro, Cárdenas, el entrenador (Abajo) Víctor, Barrera, Jesusmari, Adrián
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