Carta al Acólito Turiferario

6 de abril de 2009

De:
Juan Larzabal
En la calle nueva del Convento Viejo de Santiago, comienzo del Camino de la Plata a Santiago, en el Oeste, donde el Apóstol
En el barrio antiguo del Realejo de Filippo II El Grande. Hijo del Imperator Cesar Magnum Regis Karolo V, ahora judería del Talmud y el Talión y morería de Mohammed y Salim.


A:
Bomarzo Ibáñez, don Juanjo
Despacho de Escribas
En la Curantía de la Sacra Cruz Roja
En la capital del Reino de Toda las Españas

Querido Acólito Turiferario:
Se os echa de menos. La tahona de la calle de los Molinos rezuma aceite frito y azúcar en roscos y roscos de vino, rosquillos y pestiños. Los extranjeros de otras cortes se deleitan con leches fritas y alfajores. La competencia entre las dos calles con las monjas de Santiago es dulce, que sus manos son finas y virginales. Sus dulces, teta de novicia.

Una mañana con mi gañán que medra como yedra en muro herrumbroso me surte por los mercados de jamón, tomate, mozzarela, melón, plátanos, lechuga tierna, aguacates, calabacines, pimientos verdes, más tomates, pan de cereales, solomillo de ternera finito. Un poco de bacalao, he encargado mejillones, palmeras grandes y glaseadas, torrijas, dulce de leche, cruasanes recién horneados para desayunar...

Y vamos a hacer croquetas, salsa boloñesa, un poco de pisto, tortilla de patatas, bacalao cómo no al pil pil, unos pimientos rojos y zumos. Hay que darse prisa que pronto todo cambia y haremos el potaje de Semana Santa y freíremos berengenas y almendras para terminar con papas asás para acompañar a la Virgen.

Bueno, yo lo haré esta noche por usted. Ya sabes que nunca vi una sola procesión en mi vida, salvo las que me topé en mi tabernario deambular persiguiendo mocicas de las que se dejaban y de las que tampoco.

Pero como sé que uste les debe devoción y usted no está y yo sí, me acercaré por donde mis santos, el Señor del Huerto y la Amargura, a quien el gañán ya lanzó en esta mañana de lunes, cuando vamos los nuestros, unos besos por el abuelo Antonio, la Bisa y las titas Inma y Carmen, y me acordaré de usted y los suyos.

Creo que en cierta medida, se lo debo.

Siempre suyo.

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