Un día sin dictador ni rey, un buen día para morirse

21 de noviembre de 2018



¿Queréis una historia?
Pues os la voy a contar

En 1975, por estas horas, que ya había muerto el dictador, mi abuela Teresa Barrera se debatía entre la vida y la muerte.

Republicana, represaliada por el franquismo, exiliada en un pueblo de Segovia, Fuentesaúco de Fuentidueñas, fue encarcelada en la prisión de Ondarreta. El Aita iba a diario para comprobar que no la habían fusilado.

Su marido, el abuelo Antonio, tuvo que escapar
Primero al cinturón de hierro de Bilbao y tras su caída, al condado de Ocón, en La Rioja, donde se refugió gracias a un familiar que era obispo y le salvó la vida.

Mi abuela Teresa, republicana, feminista y comprometida como maestra republicana con la Institución Libre de  Enseñanza, se negó, estando en las últimas, a morirse el día que murió Franco, ayer, 20 de noviembre.

Tampoco quiso, como buena republicana, esperar a la proclamación de Juan Carlos I, que tuvo lugar en el Congreso el 22 de noviembre de 1975.

-Se ha muerto Franco? dicen que preguntó en su lecho de muerte tal día como hoy, 21 de noviembre de 1975.
-Sí, le respondieron
-Y ya han puesto al Rey?
-No, mañana
-Pues adiós.
 Y se murió el día 21 de noviembre, el único que no había dictador y tampoco hubo rey.

Os quiero, abuelos
En la foto, 
mis abuelos, Teresa Barrera y Antonio Fernández Montiel.

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