Manual de Periodismo para críticas de cine

4 de junio de 2020




Hace 24 años, que se dice pronto, Ana Munain firmó esta crítica de la película Trainspotting. La cinta "narra la punzante historia de un grupo de jóvenes heroinómanos de los suburbios de clase baja de Edimburgo, quienes no tienen aspiración alguna por la vida salvo drogarse o conseguir dinero sucio", cuenta Wikipedia.

Lo que cuenta en la página que he colgado más arriba Ana Munain es una historia diseccionada en partes. Una página entera en la que con un texto largo te cuenta la trama sin spoilers y cuando terminas te vas del tirón a la taquilla a sacar una entrada para ver la peli.

La he releído después de tanto tiempo y me he acordado que hace dos años sacaron la segunda parte, Trainspotting 2




LOS REBELDES Los rebeldes sin causa de los noventa tienen la lección mucho más aprendida queJames Dean. No discuten con sus padres, no acaban en la comisaría por un leve rasguño de arma blanca pandillera, no se sienten incomprendidos y tampoco se la juegan por una noche romántica en el planetario, aunque sea con Natalie Wood. De hecho, el único rasgo en común entre el adolescente preautista de 'Rebelde sin causa' y los depravados heroinómanos de 'Trainspotting' es, en parte, la indumentaria, esa camiseta de algodón bien pegada al cuerpo,un signo de indefensión y de rotundidad al mismo tiempo. Pero los chicos malos de los noventa no tienen mala conciencia ni complejos de culpa, ni la mirada acusadora e inocente de James Dean.

Hay una larga galería cinematográfica de psicópatas adolescentes en ciernes que se miran en el espejo de 'La naranja mecánica', o lo que es lo mismo, la violencia sin escrúpulo, casi como placer. Salvo que al lado de los dandys sádicos de la película de Stanley Kubrick, rodada hace ya veinte años, los colgados de 'Trainspotting' resultan hermanas de la caridad, con la salvedad manifiesta de Begbie, cuya habilidad más notoria es arrojar jarras de cerveza vacías en la cara de cualquier fulano de paso. Por cierto, Begbie es el único del reparto que no se entiende con la 'dama blanca'. Los otros tres, Renton, SickBoy y Spud, son tres tipos mas bien pasivos, escépticos y de vez en cuando un poco 'pringaos'.


Por un quítame allá estas agujas, algunas voces han declarado 'Trainspotting' como una apología de las drogas duras. Más violentos eran 'Los chicos del maíz', una cua- drilla de querubines que asesinaba en la espesura de un maizal norteamericano, por obra y gracia de la febril imaginación de Stephen King, y nadie abrió la boca para
denunciarlo. O la pareja de `Asesinos natos', que anotaba en su libreta de contabilidad personal un par de cadáveres cada cinco minutos de metraje. Por no hablar de otros violentos con acné, los chicos de '1Gds'. La película del norteamericano Larry Clarck mostraba a una banda de mocosos de quince años cuya máxima aspiración vital era desvirgar a muchachas de trece años.


Junto a ellos se encuentra nuestra particular generación de `Historias del Kronen': jóvenes universitarios engolfados con `tripis' y música `grunge', que emplean el ocio del fin de semana en colgarse sobre el vacío desde un puente, puchi cagalera el que no aguante, o en reventar en alcohol a algún colega alérgico.Pero ninguno es comparable al trío nefasto de `La carnaza', última película de Bertrand Tavernier, basada para más espeluzno en un hecho real. Simplemente, la chica se ligaba a un incauto con tendencias menoreras y los dos chicos de este peculiar `menage a troi' del crimen lo mata-ban después de robarle todo lo posible.

MACARRAS NAIF
¿Se acuerda alguien de los chicos de 'Grease'? Tiernos macarras 'naif`, con sus botas puntiagudas y sus coches de pesada carrocería, en comparación con lo psicópatas actuales. Otros pandilleros malvados eran los 'Jets' o los 'Sharks', o lo que es lo mismo, los blancos y los puertoriqueños de 'West Side Story'. A finales de los cincuenta representaban el grado más avanzado de desorden público pero en realidad eran tan inocento- nes que planteaban sus diferencias bailando, unos el rock y otros, la salsa. De la vida de barrio norteamericano también salieron los antihéroes de 'La ley de la calle' y 'Rebel- des', ambas firmadas por Francis Ford Coppola. Las chupas de cuero y las motos adquirieron carácter sacramental, sobre todo cuando quien las llevaba era el actor Mickey Rourke.

De la 'banlieue' parisina llegaban recientemente a las pantallas españolas los tres protagonistas de 'El odio', de Mathieu Kassovitz. La historia se repite: tresjóvenes
de etnias marginadas en un barrio suburbial, diálogos rápidos, violencia constante y la sensación de que no hay salida.Y una última escala: 'Los olvidados', de Buñuel. El maestro aragonés rodó en esta película la vida al filo de un grupo de pandilleros de México. Por cierto, ni siquiera disponían de un camiseta blanca de algodón como rasgo de rebeldía.


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