No se me ocurre una peor forma de comenzar un puto sábado.
Conocía la enfermedad del bueno de Novi por Andrés. El diagnóstico llegó en diciembre, y el cáncer le devoró en apenas seis meses. Maldita enfermedad que se me ha llevado a tanta gente, Ana, Hasier, Pepe, mi propio Aita.
Andrés Mutante también se ha despedido con toda su infinita elegancia y cariño: “Tremendamente afortunado porque te cruzaras en mi camino. Feliz de haberte conocido y haberte disfrutado. Feliz de haber compartido kilómetros de charlas, música, risas y también silencios. Un tipo libre, sabio, gruñón y bondadoso. Un tipo bueno. Te vas pero nos dejas mucho. Buen viaje, amigo Novi”.
De músico a músico, José Ignacio Lapido, por su parte, utilizó Twitter con las siguientes palabras: “Ha fallecido Enrique Novi, figura capital de la escena granadina. Lo conocí en las cuevas hace casi 40 años. Décadas después coincidimos en Granada Hoy. Armado de un fino olfato de conocedor y una aguda ironía firmó grandes crónicas de conciertos y de la vida en general. DEP”.
Las redes sociales se hacían eco de la mala noticia. Los grupos de Whatsapp, también. La mañana era preciosa, ya sabes, sol brillante, aire fresco, cielo azul. El lamento se generalizaba. Las condolencias con los recuerdos. Las risas con las lágrimas. Las maldiciones con David Bowie. Borges dejó escrito que estamos hechos de tiempo. Nosotros estamos hechos de bares y de canciones:
"And I'm floating in a most peculiar way
And the stars look very different today"
Me había cruzado con Novi hacía tan solo dos semanas por el Realejo. Iba por la acera de enfrente. Justo nos saludamos. En ese microsegundo en que compartimos prácticamente el espacio le recordé cuando aquél verano de 1990, yo recién llegado a Granada, tras la barra de El Local de Gabriel, poniéndome el primer cubata que me tomé en la ciudad. Luego lo vi en mi memoria repartiendo flyiers de su nuevo proyecto, La Burbuja, donde íbamos a escuchar música y siempre nos ganaba.
Son mil anécdotas. Juan Jesús García, el crítico musical de este periódico, lo contó magistralmente: Enrique Novi: un sabio:
“Discreto y tímido, propenso a la observación desde el ángulo muerto sin buscar mayor protagonismo, y de una entrañable ternura en las distancias muy cortas, sin dudas ha sido un maestro absoluto de la crónica musical sobre todo, pero también social y política, sin autocomplacencia y la lengua bien afeitada”.
UNA TURBULENCIA
No fueron las únicas. El largo adiós de Novi, en una ciudad que no acostumbra a madrugar, empezó a ser por la tarde una turbulencia. Tras publicar la pieza de JJG en la web, tuve que editarla para la edición impresa. Cuando terminé, sonó el teléfono. Era JJG. Me pidió que le echara un vistazo a las palabras que había escrito para leer el domingo en el entierro de Novi. Juanje estaba muy afectado, como solo un buen compinche puede estarlo. Cuando las leí tuve que secarme las lágrimas. Le escribí: “Brillante, conmovedor y justo. Gracias por enviármelo”. Al día siguiente, le pedí permiso para publicarlas. Me lo ha dado. No me parecía bien que se perdieran, que no quedaran plasmadas, recogidas. Gracias, Juanje. Ahí van: “Amigos y amigas, hola. Anoche la música se paró en Granada, el Festival En Órbita durante un minuto de silencio rindió un homenaje a Enrique y diez mil personas le aplaudieron. Pero poco me parece, porque nada será igual ya sin él. Vosotros lo sabéis, porque en muchos casos estáis en la música o la disfrutáis gracias a Novi, directa o indirectamente.
Y sé que a él no le gustaría nada esto que estamos haciendo, porque si algo rechazaba siempre era el más mínimo protagonismo, ese tan propio de esta ciudad, como él mismo escribió no hace mucho en su última intervención pública, tan libertaria y disidente como todas. Que se hubiera ido ya discretamente hace rato a preparar los discos de La Estrella para esta noche. Pero se lo debemos. Y aquí estamos para ello, para recordarle.
De sus hechos estos días se han escrito muchas cosas, pero siempre con la sensación apretando el pecho de habernos quedado cortos. La música de la ciudad, los músicos, los espectadores, los comentaristas… todo hubiera sido diferente si Novi no se nos hubiera cruzado en nuestra vida. Tan fugazmente podría decir hoy, pero haciendo que Granada nunca fuera más la misma. Él diseñó su banda sonora durante más de veinte años; a lo peor en el día a día cotidiano no nos dimos cuenta en su momento, pero es de absoluta justicia reconocer que los suyos fueron los años de mayor esplendor de la música en esta ciudad, que la puso a un nivel de cuyas rentas aún vive, y la cita vuelve a ser suya. Al César lo suyo, y al Novi su gran parte.
Todos le habéis conocido, como amigo, hermano, pareja, compañero o padre, y sabéis de primera mano el grado de integridad y generosidad que caracterizó siempre todo lo que hacía. Sabéis que tras el primer pronto de cascarrabias gruñón era una persona adorable, de una fidelidad absoluta y servicial hasta lo imposible. Que era un amor de hombre. Que es, porque intuyo que está con nosotros y lo seguirá estando cada vez que oigamos alguna canción de las muchas que él nos descubrió.
Aunque no es frecuente en este espacio, yo os pido también un minuto, pero un minuto de aplausos para despedirle, que aplaudiendo es siempre la mejor forma de dar las gracias en nuestro mundo. Gracias Enrique por habernos hecho mejores personas”.
ACODARSE EN LA BARRA
Digo que lo de Novi ha sido un largo adiós porque nadie quería que se marchara. Volvió a sonar el teléfono. Era Mariana. “Vamos a La Moderna a brindar por Novi. Vente”. Terminé de currar, arranqué la moto y me fui pal Realejo. Paré primero en Papaupa. Me encontré con Pitu. Acababa de bajar del cementerio.
En el bar me acodé en la barra y me senté junto a Gabriel. Monotema. Apuramos dos cañas y compartimos recuerdos. Coincidimos, quizá por primera vez en nuestra vida, en algo. Curioso. Ninguno de los dos teníamos pensado salir, pero la jornada no tenía otro camino: amigos, canciones, cerveza y música.
Me encaminé a La Moderna. Bajé las escaleras. Con Mariana estaba la Vieja Guardia de la Estrella, gente como Jokin y el Gran Mauri, fundador de La Estrella, donde me dejó pinchar un par de años. Entre los dos reconstruyeron sus vivencias junto a Novi, pisos compartidos, negocios y, sobre todo, música, música y más música. En eso, Novi y Mauri son gigantes.
Cayó la noche y volví al Candela. Pedro estaba tras la barra. Otro que sabe de música un universo. Nos abrazamos. Largamente. Nos miramos y brindamos por Novi, un tipo discreto y tímido que se ha ido como termina cualquier buena canción, dejando su gran recuerdo en el corazón de quien le conoció.
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