Estaba gugleando (googleando).
Buscaba alguna ilustración para
un post sobre desayunos.
Resulta que estoy hasta las narices
de los desayunos que sirven en los hoteles.
Si algo bueno tienen Las Españas son sus bares.
Y la sagrada institución del cafelito.
Del desayuno.
Los españoles nos caracterizamos por personalizar hasta el extremo nuestro café.
Si cuatro pishas entran en un bar pedirán -fijo- cuatro cafés diferentes.
Por ejemplo:
1.-Un café con leche
2.-Un café con la leche fría.
3.-Un café con leche en vaso.
4.-Un café con leche y dos sobres de azúcar.
Y así.
Se me courre: Un café con leche al pil pil.
Si esto se le ocurre a la Doble A (Arzac-Adriá), sería le leche ;-) ¿Lo cogen?
Y suele ser un buen café.
Lo podemos acompañar tranquilamente con una tostada.
Aquí en Granada pides media y te dan una y pides una y te dan dos.
Es como un lío, pero de los buenos.
Con mantequilla
Con aceite
Con tomate
Con jamón
Con paté
Con sobrasada
Con mermelada.
En Málaga piden molletes y pitufos, que son pequeños bocados.
Y la bollería; suizos, cruasanes y demás.
Los sandwich de jamón y queso, que son mi perdición.
En Bilbao suelen pedir pastel de arroz, que ni es un pastel ni es de arroz.
Es un relleno como de crema pastelera.
También está presente el zumo de naranja. Recién exprimida.
Fresco, sabroso, nutritivo y sano.
Bien.
Pues resulta que prácticamente en todos los hoteles en los que he desayunado en lo que va de año, el desayuno es desastroso.
Salvo en el NH de Málaga, donde el desayuno se convierte en una experiencia; en Logroño, en Sierra Nevada, en Madrid, en Barcelona en todas las capitales andaluzas y en sus costas, el maldito bufé del desayuno era ínfimo.
Resulta que es imposible tomarse un café sencillito como en cualquier bar.
Siempre hay una máquina como las que hay en cualquier empresa y el café es una mierda (con perdón).
Y el zumo de naranja NUNCA es de naranja.
Imperdonable.
Por tanto, desde este blog solicito a los hoteleros que cuiden el café y el zumo de naranja, porque, y a partir de ahora, cada vez que pernocte y salga a desayunar exigiré un café y un zumo de naranja como el del bar de al lado.
A ver qué cara me ponen y se lo cuento.
Mientras tanto, les recomiendo Cosas Mínimas.
Es el blog donde he encontrado la ilustración de este post.
Blanca, la autora, tiene talento para la ilustración.
Sus dibujos me llegan y le deseo mucho éxito.
Desde aquí le doy las gracias.
Buscaba alguna ilustración para
un post sobre desayunos.
Resulta que estoy hasta las narices
de los desayunos que sirven en los hoteles.
Si algo bueno tienen Las Españas son sus bares.
Y la sagrada institución del cafelito.
Del desayuno.
Los españoles nos caracterizamos por personalizar hasta el extremo nuestro café.
Si cuatro pishas entran en un bar pedirán -fijo- cuatro cafés diferentes.
Por ejemplo:
1.-Un café con leche
2.-Un café con la leche fría.
3.-Un café con leche en vaso.
4.-Un café con leche y dos sobres de azúcar.
Y así.
Se me courre: Un café con leche al pil pil.
Si esto se le ocurre a la Doble A (Arzac-Adriá), sería le leche ;-) ¿Lo cogen?
Y suele ser un buen café.
Lo podemos acompañar tranquilamente con una tostada.
Aquí en Granada pides media y te dan una y pides una y te dan dos.
Es como un lío, pero de los buenos.
Con mantequilla
Con aceite
Con tomate
Con jamón
Con paté
Con sobrasada
Con mermelada.
En Málaga piden molletes y pitufos, que son pequeños bocados.
Y la bollería; suizos, cruasanes y demás.
Los sandwich de jamón y queso, que son mi perdición.
En Bilbao suelen pedir pastel de arroz, que ni es un pastel ni es de arroz.
Es un relleno como de crema pastelera.
También está presente el zumo de naranja. Recién exprimida.
Fresco, sabroso, nutritivo y sano.
Bien.
Pues resulta que prácticamente en todos los hoteles en los que he desayunado en lo que va de año, el desayuno es desastroso.
Salvo en el NH de Málaga, donde el desayuno se convierte en una experiencia; en Logroño, en Sierra Nevada, en Madrid, en Barcelona en todas las capitales andaluzas y en sus costas, el maldito bufé del desayuno era ínfimo.
Resulta que es imposible tomarse un café sencillito como en cualquier bar.
Siempre hay una máquina como las que hay en cualquier empresa y el café es una mierda (con perdón).
Y el zumo de naranja NUNCA es de naranja.
Imperdonable.
Por tanto, desde este blog solicito a los hoteleros que cuiden el café y el zumo de naranja, porque, y a partir de ahora, cada vez que pernocte y salga a desayunar exigiré un café y un zumo de naranja como el del bar de al lado.
A ver qué cara me ponen y se lo cuento.
Mientras tanto, les recomiendo Cosas Mínimas.
Es el blog donde he encontrado la ilustración de este post.
Blanca, la autora, tiene talento para la ilustración.
Sus dibujos me llegan y le deseo mucho éxito.
Desde aquí le doy las gracias.
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