Esta semana pasada he publicado dos historias en Ideal de cuyo resultado estoy particularmente satisfecho. Adoro la presentación en página de ambas, obra de Mesamadero y Chuky. La Ilustración y el Periodismo siempre se han llevado muy bien y creo que, sin modestia alguna, el arte de mis dos compañeros logra unas páginas de muy buen ver.
Además, en la redacción de 'La hora bruja de la Alpujarra', me tomé un buen puñado de licencias en el comienzo para crear una atmósfera al lector que le metiera dentro de esos valles misteriosos. Solo vosotros juzgaréis si lo he conseguido o no. Ahí va:
"Antes de seguir leyendo esta página, busque su amuleto preferido y colóquelo a corta distancia. Muy próximo. O mejor, haga como a los niños les hacen en Soportújar y cuélguese un amuleto de hueso del cuello para inmunizarse de posibles maleficios. Bajo estas líneas encontrará un recorrido por la cara más oculta de la Alpujarra, preñada de ánimas y viva en apariciones, magia blanca, magia potagia y magia curandera y otras hierbas para sanar y para el amor. Historias de magos y sobre todo, brujas. Muchas brujas con sus aparejos de sortilegios y pociones, de marmitas y maldiciones. Vayan calentando sus escobas. El tradicional aislamiento de la Alpujarra y sus altas tierras ha propiciado que a lo largo de los siglos se alimenten muchísimas leyendas que cobran vida entre los pobladores de la comarca. La combinación secular de una tierra al sur de la piel de toro enclavada entre valles y flanqueada por las cumbres de Sierra Nevada y la brisa del Mediterráneo que recibió tras la Reconquista pobladores cantábricos produce un bebedizo combinado de rayos y de centellas, de celtas y moriscos, de tedescos y sarracenos. Varios siglos después el municipio alpujarreño de Soportújar ha celebrado esta semana su I Feria del Embrujo. La idea es potente, anécdotas hay a cientos. Es la hora bruja de la Alpujarra, la que llega con las doce campanadas y cobra vida para dar paso a las criaturas. Son los fantasmas, son los misterios y también habrá princesas. En la Alpujarra se dice, se cuenta y se rumorea que hay tesoros escondidos en casas antiquísimas y en lo más hondo de ciertos parajes rurales, encantados, por supuesto. Dice la leyenda y cuentan en la Alpujarra que..."
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