Luis Gasca, de quien ya he escrito en este blog, me está preparando el material preciso para que pueda avanzar nuestro proyecto común: un trabajo sobre la relación pluscuamperfecta entre el Comic y el Periodismo, entre los tebeos y la prensa, con los periódicos como protagonistas.
En un momento en que uno de los debates más aburridos de la historia -el de la muerte de los periódicos- llena páginas y páginas de diarios, revistas y de blogs y que pululan por las redes sociales, Luis y este menda se han propuesto bucear en los orígenes del cómic, arte supremo del siglo XX que nace en la prensa estadounidense del siglo XIX, para ver cómo los periódicos están impresos y codificados en el ADN de nuestra sociedad actual y tratar de vislumbrar un camino, quizá aportar algunas pistas, para que subsistan como merecen en este siglo XXI.
El debate en cuestión, el de la muerte de los periódicos, es tan aburrido que quizá nada mejor que los comics, un soporte gráfico y narrativo, visual y vigoroso, moderno y actualizado, para contarlo, lejos de los tostones, de los ladrillos, de los plomazos.
El reto, es grande; el trabajo, inmenso pero un año después sigue adelante y tiene además jugosas novedades, como que este trabajo irá, dios mediante, acompañado de una magnífica exposición. (Pronto, más detalles).
Nada mejor en tiempos de crisis que trabajar duro y perseguir una idea hasta alcanzarla, como si fuera la mujer de tus sueños.
Además, la suerte y la moda nos acompaña, El País Semanal de ayer publicaba un estupendo reportaje sobre los tebeos: ‘Héroes de papel’, que reflejaba muy bien el ánimo que tenemos Luis Gasca y este menda en nuestro afán por publicar nuestro trabajo sobre los tebeos y los periódicos. Destaco estos párrafos:
Pese a que la historieta adquiriera su forma actual en la prensa americana de finales del siglo XIX, se puede rastrear su evolución a lo largo de toda la historia, con ejemplos que van desde el tapiz de Bayeux hasta la literatura de cordel, las aucas o aleluyas, la prensa satírica y autores como William Hogarth, Wilhelm Busch o Rodolphe Töpffer. Un linaje prestigioso que hace difícil comprender el rechazo que ha sufrido la historieta por parte de la cultura oficialista, en claro contraste -o quizá, como razón evidente- con una cultura popular que la abrazaba sin condiciones, asumiéndola junto con el cine como una de las artes propias e inseparables del siglo XX.
Winsor McCay, Rudolph Dirks, Richard. F. Outcault o George Herriman sentaron las bases de un lenguaje que adquirió una rápida mayoría de edad, diferenciado de sus antecedentes y con características propias, consiguiendo que las historietas que se incluían en esos periódicos de inicios de siglo pronto alcanzaran un inusitado éxito, protagonizando suplementos exclusivos que se decían infantiles, pero eran leídos por adultos, que llegaban a decidir qué diario comprar según las series que incluyera.
Una progresión que se desbordó literalmente durante los años treinta: Tarzán, Popeye, Buck Rogers, Flash Gordon, Prince Valiant, El hombre enmascarado, Dick Tracy, Mandrake o Jim de la jungla... serían pronto iconos del imaginario de la cultura popular, que arrastraban a los lectores hasta conseguir que lo acontecido en sus series llegara a alcanzar la consideración de evento nacional, como la muerte de uno de los personajes de la mítica Terry y los piratas, del dibujante Milton Caniff, respondida con banderas a media asta en los edificios oficiales y un luto nacional.
En una expansión sin precedentes, las historietas se independizaron de la prensa para trasladarse a un nuevo formato en revista, los llamados comic-books, despreciados por parte de la intelectualidad de la época, pero que acogieron el nacimiento de un género que estaría profundamente ligado al medio, casi indisoluble con él: los superhéroes.PD. Por cierto, cualquier tipo de idea, enfoque, propuesta, material e, incluso, mecenazgo, subvención o patrocinio para esta iniciativa, será bienvenida :-)
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