El día que volví a llorar. La historia de la abuela Emilia
Doble apertura en el papel y en la web de Las Provincias, Valencia

23 de junio de 2010

La cámara al hombro, sin bolsa alguna. Es el segundo día del verano pero corre un aire de lo más fresquito. Es la hora de la siesta. Txema Rodríguez, un pata negra ex Soitu.es entra en el portal. El barrio, humilde, sin pretensiones. El portal, un vericueto. Emilia, la abuela, sale a recibirnos. Bea Lledó, periodista periodista periodista, saluda a la abuela, a quien conoció ayer. Tiene el reportaje atado y confirmado.

Yo estoy pensando en que igual hay que camelarse a la abuela para que se deje grabar y nos cuente la historia. Su historia. Estoy equivocado. Ella es la que finalmente nos camela a todos.

Pienso, por si acaso, que lo mejor va a ser plantarle un par de besos afectuosos como para romper el hielo. Pienso si estará o dejará de estar bien.

Vuelvo a equivocarme y adoro esto. Va el Txema se agacha un poco, es largo el tipo, y le planta dos besos a Emilia. Son dos besos de los de verdad.

Me voy a entender bien con este tipo.

Comenzamos la sesión. Preguntas de Bea, que va tomando notas para el reportaje en el periódico. Clicks de Txema y un poco de vídeo para publicar en la web.

En un momento dado, cambiamos la sala de estar por el cuarto de Guillermo, el nieto que ya no está. Emilia, emocionada con el recuerdo, rompe a llorar. Disimulo y salgo de la habitación. Unos buenos lagrimones me caen por las mejillas. Deambulo por el pasillo y me cuelo en la cocina. Txema me ve y dice. "Se me acaban de caer a mí también. Por eso me he salido antes que tú".

Menudo para de vascos, Txema del 63, este que les escribe del 65. Dos tiarrones con sus lagrimones.

De vuelta a la Redacción de Las Provincias no hay mucho más que hablar. Bea se va a casa a escribir y Txema me pasa en un 'pen' 32 fotos que son obras de arte. Las intercalamos con el vídeo de los testimonios de Emilia y decidimos que ni música ni locución ni gaitas. Cuando un niño se va solo queda el silencio.

De rebote, una doble apertura. En el papel y en la web.

Esos días raros cuando un gran día es un día triste.

Cosas de periodistas.

A ver si os gusta: "Solo quiero que me devuelvan a mi nieto"
. Y El reportaje en el papel.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo hago acción de gracias porque vivo bajo el peso del terror de que el periodismo olvide cómo ser obra de arte. Sin manipular. Sin adornar. Sin confundir. Sin el ego del periodista en primer plano. Sólo lo que es de tal manera que lo terrible golpee sin perder ni la pureza de su sentido, ni su belleza.
Todo es mensaje y últimamente nunca llega al receptor lo originalmente emitido.
Y a veces, como hoy, un milagro.

Juan. Vas a adorar a ese tipo.
Te lo digo yo.

Gracias

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