Los hechos son sagrados y los comentarios son libres. Así que esta vez te diré que te quiero con datos para que, si desconfías, vayas y lo compruebes, como hacemos nosotros cada vez que nuestra madre nos dice que nos quiere.
De paso, ya que hemos empezado a desmontar esa tontería llamada 'el fin de la prensa', te vamos a recordar que tampoco nuestros lectores están muertos. De hecho, nos están leyendo.
Más aún, 172.000 personas están leyendo el periódico Ideal cada mañana, al mediodía o por la tarde. Quizás, como mi aitá, por la noche, tan a gustico en su sillón favorito. Gracias a todos y a cada uno de los que abrió las páginas de este periódico y se zambulló dentro de ellas.
No sé cuál es la receta del liderazgo, la fórmula del éxito. Pero sí sé que la calidad, una buena dirección, una mejor redacción, noticias combinadas con historias y fotografías, bien diseñadas y mejor tituladas, hacen posible todo esto que se llama Periodismo. Y que te compren y te lean. No hay otro camino.
Hoy os traigo tres de estos trabajos que, simplemente, me resultan sublimes. Bien construidos, pegados a la tierra y cosidos a la piel por el lado del alma helada. Historias en las que el valor, el tesón, el riesgo, la violencia, los celos, la lucha, el pundonor, el coraje, la valentía y la generosidad desfilan ante nuestras narices y nos enseñan, nos conmueven, nos hacen ser humanos y, por tanto, mejores.
La primera de ellas es de este viernes pasado, de cuando explotan los Sanfermines. Chapu Apaolaza, donostiarra, firma un lienzo que empieza así: "De camino al trabajo, se echó a llorar". Esta frase es algo más que un gancho. Entronca con la mejor tradición del ADN papelero de tintero mágico transmitido de redactor jefe a becario desde hace generaciones en nuestra casa que es Vocento.
Prosigue así: "Después, al llegar a su mesa en el hospital, no dijo nada de lo que había hecho. Se calló la noche en vela que pasó dando vueltas en la cama, ni dijo cómo se le había cortado la respiración en la calle, ni cómo quiso salir corriendo al escuchar el cohete y alguien le susurró «Quieta, respira, todo va a ir bien», ni cómo suenan las pezuñas de los toros sobre la Estafeta como un tranvía recién descarrilado, ni que resoplan al pasar como bestias venidas del infierno, ni lo ricos que saben los abrazos de después y la vida reestrenada. Estefanía Laita echó todo eso a llorar y supo en ese momento que «San Fermín estaba ahí, presente» con su capote, pero después no dijo ni Pamplona. Hasta después de las fiestas, su marido no supo que ella, una administrativa de 34 años de la capital navarra, había sido una de las muy contadas mujeres que han corrido el encierro. Estefanía es parte de un colectivo que sigue siendo minoría a pesar de que las barreras legislativas cayeron hace 38 años. Hoy es el chupinazo y éstas son algunas de sus historias". (Puedes leer aquí el reportaje completo).
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A José Ramón Villalba lo tengo delante. Aquí mismo, en la Redacción de Ideal en Granada. Es un tipo austero. Gasta un ciclomotor que nunca canda porque supone que nadie se lo llevará. Almeriense de Garrucha, estudió Periodismo en mi facultad, en Lejona, en la UPV/EHU. Joserra construye con palabras los sucesos escabrosos y reconstuye con sus frases la vida que se fue.
La historia se titula 'Los enredos de las redes sociales' y comienza así, como el mejor de los peliculones de novela negra que hayas disfrutado en tu vida: "Una foto de una presunta relación sentimental colgada en
la red social de tuenti entre una adolescente y un joven de 28 años
desató un crimen el pasado miércoles a las 23.35 horas en la pedanía
lojeña de Fuente Camacho. La víctima se pasó todo el día exigiéndole, al
joven de 28 años, que retirara de la red social esa foto donde aparecía
su exnovia. Un disparo puso punto y final a la trifulca".
Son tan solo tres frases pero están escritas a quemarropa. Puedes leer aquí todo el reportaje.
Queda Carlos Morán, compañero del periódico y de pupitre en la vieja facultad de Leioa, natural de Rentería y nacido en Cáceres por expreso deseo de su madre. Mi amigo, que empieza así una, ¡por fin! doble página de relato largo, pausado y extremo en dolor, que él sabe arropar en cariño, darle la vuelta y convertir a su protagonista en una sonrisa que nació de unas lágrimas.
Se titula 'El testamento de Lilly'. Es la historia de una joven de Guatemala que fue operada en Málaga de un tumor cerebral después de haber sido expulsada de España porque llegó sin dinero, y que al fallecer decidió donar todos sus órganos.
Sentaros, que empieza así: "Lilly Cuá –San Juan La Laguna (Guatemala) 1989-Málaga 2012– quería ser médico. No consiguió el diploma, pero murió curando". Puedes leer aquí la historia completa.
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Los lectores no están muertos, nos están leyendo
11 de julio de 2012
Publicado por PeriodismoalPilPil en 9:10 p. m.
Etiquetas: crisis, datos, elpapeldurará, futuro, Journalism, local, periódicos, Periodismo, Prensa, prensa4ever, regionales, Vocento
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1 comentarios:
Gracias, compañero
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