Razones por las que, en el fondo, amo a los franceses, mis vecinos del Norte. Han sido capaces de sacar a la calle el segundo número de Le Quinson. Resulta que salió el primer número hace cien años y los periodistas, entonces, retaron a sus sucesores a hacerlo cien años después. Pues así lo han hecho y al mismo tiempo han retado a las generaciones venideras que lo publiquen en 2111.
Esta es la historia, publicada en el Suplemento V de los periódicos regionales de Vocento: El periódico de los cien años: 'Le Quinson' nació en Francia en 1911. Un siglo después, acaba de salir el segundo número. Y anuncia el tercero para 2011.
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A simple vista, nadie diría que han pasado cien años. El periódico conserva su nombre original, su maquetación primitiva e incluso su imagen de marca: un viejo vociferante, con barbas blancas y sombrerito, que parece gritar al viento las noticias. Ha cambiado el apellido (ahora hace referencia a la ciudad) y también se aprecian las inevitables concesiones a la modernidad: hay color en todas sus páginas, se incluyen fotografías y en internet se puede descargar una versión en pdf.
'Le Quinson' nació en 1911, gracias al empeño de los alumnos del instituto Cuvier, emplazado en el barrio de Coinot (Montbéliard), que querían celebrar así el centenario de su colegio. Definieron su periódico como «órgano universitario y humorístico», aseguraron que iba a salir cada cien años y llenaron sus cuatro hojas con artículos, poesías y cuentos satíricos, en los que ridiculizaban las costumbres de su ciudad. Lo llamaron 'quinson', que ni siquiera es una buena palabra francesa: se trata de una expresión en 'patois', un burdo dialecto campesino, que puede traducirse como «grito agudo». Tiraron 3.000 ejemplares. Según rezaba su portada, costaba «10 ó 25 céntimos», aunque luego amonestaba con severidad: «No se devolverá el cambio».
Los propios redactores, conscientes de que no llegarían vivos al segundo número, lanzaron en la portada un guante a sus compatriotas del tercer milenio. Confiaban en que los habitantes del Montbéliard de 2011 «cogieran la pluma para redactar el segundo número de este periódico». El aviso hubiera quedado sepultado en el olvido, entre papelotes y legajos polvorientos, si no fuera por Françoise Petot, un funcionario del archivo municipal, que recuperó el periódico original, leyó el mensaje y retó a sus convecinos.
La aventura periodística sedujo a todo el pueblo y 140 habitantes de Montbéliard decidieron convertirse en redactores del número dos: alumnos de la escuela maternal, socios del hogar del jubilado, profesores de instituto, presos que participaban en un taller de escritura en la cárcel... Todos se unieron para insuflar nuevo aire en los amarillentos pulmones de 'Le Quinson'. «Ha sido un proyecto un poco loco -se excusa Petot-, porque todos los participantes han tenido carta blanca. Han publicado lo que han querido».
Larga vida al Quinson
Quizá por ello los redactores de 'Le Quinson' no han querido convertir el segundo número en un mero inventario de acontecimientos más fúnebres que gozosos. Solo han publicado, en portada, un resumen apretado, con cuatro fechas clave, que acaba bastante mal:
«Desde 1975 -dicen- la ciudad ha perdido 6.000 habitantes, el área metropolitana cerca de 20.000 y la Peugeot de Montbéliard ha despedido a más de 29.000 trabajadores». Con semejante panorama, no es de extrañar que los colaboradores hayan aprovechado las ocho páginas de 'Le Quinson' para publicar lo que más les apetecía: unos han escrito versos, otros han mandado dibujitos e incluso algún autor con ínfulas se ha animado a proseguir el folletín literario que llevaba el primer número.
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