Cuando te mueres y te escriben en el periódico que poseías "la mirada grande y limpia de los reporteros" te puedes largar al otro barrio con una sonrisa.
Cuando te lo dicen, además, desde el periódico en el que has trabajado durante cuarenta años, al que le has dedicado tu vida, te puedes ir convidando a una ronda.
Cuando desde ese mismo periódico te llaman reportero y te recuerdan como reportero, cuando también has sido director, es que has ido siempre por el lado de la luz: "Un buen reportaje, dicen, es el que se adentra más allá del cerebro hasta tocar el corazón, el que se convierte en música; y, en ese sentido, él poseía el don de la escritura sinfónica".
Cuando desde dentro de tu querido diario te ponen la foto que encabeza este post y te describen con las siguientes palabras es que has sido un hombre bueno: "La imagen que encabeza esta página (...) es la fotografía de un hombre que observa, que escucha, humilde, dispuesto al consejo. Sus ojos están llenos de contenido. Habla con la mirada, con el gesto. Transmite reflexión, experiencia, sabiduría... Le llamábamos, y con total razón, 'el Maestro' (como le conocíamos a Antonio Guerrero).
Este blog le retrató en marzo de 2008 en un post que titulé ‘Huesca: No hay futuro sin la figura del maestro de jóvenes periodistas’, que luego don Esteban publicó como artículo de opinión (el primero y único de toda mi vida) en las páginas del periódico Ideal.
Creo que todo está más vigente y es más necesario que nunca.
Maestro, ¿un ducaditos?
Antonio Guerrero: La mirada grande y limpia de los reporteros
6 de junio de 2011
Publicado por PeriodismoalPilPil en 8:13 a. m.
Etiquetas: Antonio Guerrero, Historias de periodistas, maestro
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