Los periodistas contamos.
No es un juego de palabras.
No es ninguna reivindicación simplona.
Es que, lisa y llanamente, los periodistas contamos.
De hecho, nos hemos pasado la vida contando.
Contando lo que pasa y contando cosas.
No es que nos tenga nadie que tener en cuenta.
Ya nos valemos nosotros solitos para ello.
Es que nos gusta contar y cuando lo hacemos, la cosa como que sale bien.
Y cuando no lo hacemos, como que tiende a salir muy mal.
Así ha sido desde que comenzó el oficio, allá cuando se escribió la primera página de la Biblia, ésa en la que pone que los pubs de Londres los domingos cierran una hora antes, o que tienes opciones de salir a cenar con una chica si cuando la invitas su primera reacción es reírse contigo. Esa primera página de la Biblia que empieza contando que "En el principio...".
Ahora, en el siglo XXI y con una revolución que entra por el teléfono, convertido en conector sensorial macluhaniano, multimedia y micromultisocial -qué cosas escribo, leñes-, los periodistas tenemos que contar más que nunca.
Y para eso, un, dos, tres, sigamos contando.
Os he traído dos ejemplos completamente diferentes pero que se complementan.
Son de dos diarios decanos y veteranos pero con un empuje y energía fuera de serie. Hablo de The New York Times pero también de El Norte de Castilla. El primero se fundó en 1851 y el segundo en 1854.
El primero ha realizado ‘Faces at Finish’: "There were 45,344 runners who participated in the 2010 New York City Marathon. Here are 99 of them right after they crossed the finish line". Es decir, en traducción libre, 99 de los 45.344 corredores de la Maratón de Nueva York retratados en el momento de cruzar la línea de meta.
No sé exactamente por qué, pero tiene fuerza esta variante de la mejor crónica de un esfuerzo atlético. Son las caras de los héroes, como certifica Ícaro Moyano.
La idea del diario neoyorquino fascina por su elementalidad y por su potencia visual. Selecciona un centenar de corredores para explicar el esfuerzo de cuarenta y pico mil. Y, créanme, lo consigue.
Es una historia muy bien contada en su primera acepción y significado, pero también en el segundo, en la selección de los datos, de las cifras, de los números, para visualizarlos de forma correcta.
Claro, luego salen en este siglo XXI los conceptos de ‘Visualización de Datos’ o ‘Nuevas Narrativas’.
El segundo ejemplo es mucho más sencillo, pero fascina igualmente por su elementalidad.
Que el Ayuntamiento de Valladolid nos cuente que estrena la remodelación de tal avenida con equis bancos y no sé cuántos árboles da para un buen reportaje de una página, con sus fotos. Hasta que el periodista da con la tecla y un ciudadano se queja de que los ha contado y que no, que ni hay tantos árboles ni tantos bancos. y que el alcalde de Valladolid cuenta mal.
¿Cómo demostrarlo? Pues cámara en mano contando árboles y bancos. Si me lo permiten, una pequeña genialidad.
Este trabajo y otros más, que pronto os mostraré en este blog, me los enseñó Rodrigo Ucero, un editor audiovisual de El Norte de Castilla con el que me encantaría trabajar y que tiene ese pellizco que transmite vida a sus trabajos. Quiero felicitarle por ello.
La conclusión: Si eres periodista, y si tu madre te dice que te quiere, vas y lo compruebas. Y si te dices que te quiere un millón de veces, vas y las cuentas.
Me siguen, ¿verdad?
2 comentarios:
A mí lo que me sorprende de las fotos del NYTimes es que casi ninguno de los retratados esté sudado... ¿No se supone que han corrido una maratón?
Es curioso, pero yo si les noto físicamente agotados!
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