Una de las lecciones que se van aprendiendo en este oficio del Periodismo es que hay pequeñas historias que pueden agrandarse con el concurso de los testimonios de los protagonistas.
Esta historia de un cura como el de Cuéntame en las primeras temporadas es una de ellas. Millán Santos llegó al barrio de Delicias, el más populoso de Valladolid, en los setenta, y convirtió la parroquia en refugio de obreros y gitanas, de "las víctimas del poder". Era calor en el frío y puchero en el hambre.
Y Blanca, la becaria que nació con una cámara de vídeo, y M. E. García, que así firma y así la cito, nos fuimos a Delicias con intención de viajar en el tiempo, hasta los setenta, que yo viví y mis compañeras no, para rescatar el testimonio de quienes conocieron a este hombre bueno.
La historia, que nació como un perfil audiovisual para acompañar a las reseñas de las conferencias que se publicarían en la web de El Norte de Castilla, ha terminado en convertirse una página completa en la sección de Valladolid y ha merecido el honor de tener una llamada en el friso de la portada (arriba a la derecha). Y, por supuesto, abre la columna B en la Home de El Norte de Castilla.
Al final, son estos pequeños ejemplos de pequeñas piezas multimedias que, gracias al compromiso del trabajo bien hecho por parte de un equipo, llegan a la portada.
Al final, son estos pequeños ejemplos de pequeñas piezas multimedias que, gracias al compromiso del trabajo bien hecho por parte de un equipo, llegan a la portada.
Y, de paso, a mí me da el inmenso honor de poder decir que, un día, pude firmar una página con mi nombre en el diario decano de la prensa española, fundado allá por 1854 y donde también firmaron tres de mis maestros a quienes he leído sin parar durante años: Delibes, Umbral y Leguineche.
Otro sueño más cumplido. Insisto. Soy un privilegiado.
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