Historia de un Corredor casi Mediterráneo

19 de octubre de 2011

Hay imágenes únicas. Son las que se guardan del lado del corazón. Un atardecer impecable en el Faro Sacratif, en Motril, tomando tranquilamente una cerveza con Rosa. Los colores del cielo al desplomarse sobre el Mediterráneo son naranjas, rojos y amarillos, azules, verdes y todos ellos de todos los tonos, gamas y variaciones. Uno detrás de otro y superpuestos. Del derecho y del revés. Es un momento sinfónico el que se vive al comienzo del verano cuando viene la noche a Motril desde este promontorio.

Motril, gran ciudad andaluza, con personalidad, acento y chistes propios, maneja estas escenas únicas y de belleza imposible como nadie. Quizá porque atesora muchas. Y porque sabe de sentimientos y de sentidos. Por ejemplo, el olor. Ya sabemos que la vista es dominante, que el oído nos trae los susurros del viento de Poniente y que el tacto lo guardamos las más de las veces para amarnos. Pero en Motril el olfato tiene mucho que decir.

Es la tierra de la zafra, de la cañadú y de la melaza. Tres palabras que enmarcan toda una cultura que gracias a dios sobrevive todavía embotellada en botellas de a litro que con la etiqueta ron pálido Bermúdez se convierten en energía, que libamos por las noches, con coca cola. Motril es la tierra del ron. También.

Motril tiene extensas plantaciones de cañadú, la caña de azúcar, cuya cosecha es la zafra. Y cuando ocurre, o mejor, ocurría, pasaban dos cosas que he vivido y que guardo en el lado bueno de mis adentros. Los niños, las niñas, en pandilla o con los abuelos, chupan la cañadú, la caña dulce de azúcar. Y el aire se llena de melaza, que todo lo contamina en dulce olor que se pega dentro de la nariz y parece que vivas en un País de Chocolate.

Todo esto, con sus motrileños, con su Virgen de la Cabeza y su Parque de las Américas. La leche rizada de su Pepe Leches y las tapas de jamón en el Trevélez o de quisquillas en la Gamba de Oro. Todo esto y con su puerto centenario. Todo esto y con su vecina Salobreña y con Almuñécar, fenicia en todos sus sentidos, meca turística, son esencia mediterránea. Definición.

Todo esto queda aislado, centenariamente aislado. Milenariamente aislado por un Corredor casi Mediterráneo que entra por Catalunya y recorre las ciudades de Barcelona, Valencia, Murcia, Almería, Granada, Antequera-Málaga y Algeciras, y se olvida de Motril.

Es una mala noticia.
Os dejo con los distintos titulares de cada periódico, según su procedencia. 

Barcelona. La Vanguardia:
"La CE incluye el corredor mediterráneo como eje ferroviario prioritario".
 
Valencia. Las Provincias:
"La Comunitat tendrá tres corredores".
 
Murcia. La Verdad:
"El Corredor Mediterráneo estará listo en 2020 con una inversión de 20.000 millones de euros".

Almería. Ideal:
"El Corredor Ferroviario pasará por Almería".

Granada. Ideal:
"El corredor pasará por Granada pero deja al margen a la Costa".

Málaga. Sur:
"El Corredor Mediterráneo unirá Almería y Sevilla a través de Antequera".

Algeciras. La Voz de Cádiz:
"La CE incluye el corredor del Mediterráneo como eje prioritario, que concluirá en Algeciras".






2 comentarios:

Unknown dijo...

Parece maldita la costa de Granda... igual tantas roturas en la N323ª o en la acutal A44 forman parte de la misma maldición. Enhorabuena

francisco m. ortega dijo...

Poco Motril, vamos casi na. Los motrileños somos mediterráneos pero de la parte de África más bien. No es una mala noticia, es una 'pedrá' en la cabeza, que es donde se generan las ilusiones. Las mismas que han vuelto a cercenar. Y encima sin capacidad de respuesta. Triste muy triste.

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