Hoy se celebra el 30 aniversario del Estatuto de Andalucía. Vivo en Granada y sé que fue muy importante para esta comunidad. La convirtió en una comunidad histórica a los ojos de todo el mundo y sobre todo, a los suyos propios.
Les quitó complejos, tras décadas de emigración si no directamente de pobreza, y se convirtió en una comunidad orgullosa de serlo y preparada para superar el maldito eslogan, lindo pero limitado, del Tío Pepe. Aquél que decía: "Sol de Andalucía embotellado", que para más inri resultaba que era la imagen exterior de toda España.
Valga esta disgresión para escribir ahora que, treinta años después, parece ser, con las encuestas en la mano, con los datos demoscópicos mirados bajo la lupa de las portadas de los medios, que el Partido Popular se encuentra a punto de alcanzar el gobierno de la Junta de Andalucía.
Y hay algo más que datos. Hay convencimientos, posturas y ademanes. Solo hace falta encontrarse en el vestíbulo del aeropuerto de Granada, o en la puerta 53 de la T4 de Barajas a todos esos empresarios que manejan empresas públicas de la Junta y a los que la mirada se les ha perdido.
O a esos ‘fontaneros’que han decidido capear el temporal en otras guaridas; a los funcionarios y profesores universitarios que han ido, cual goteo, abandonando la excedencia y solictando el reingreso en su puesto de trabajo ganado por oposición.
O, desde el sector privado, la angustia vital de centenares de profesionales que en los últimos treinta años han trabajado con la Junta de Andalucía que siempre ha sido por voluntad popular del PSOE y ahora temen que esa identificación les haya contagiado de tal modo que les sea imposible mantener sus contratos, sus empresas, sus trabajos.
Un día como hoy, la Junta de Andalucía reparte a sus consejeros por todas las provincias para que presidan este acto mientras los partidos siguen a la greña, como si tal cosa. Valderas de Izquierda Unida, cree que el Estatuto de Autonomía "está amenazado" por el PP; Arenas del PP acusa al Gobierno andaluz de convertir el Estatuto en "derechos de papel". Y mientras, el presidente Griñán certifica que "Ni una ni mil crisis pueden terminar con la conquista autonómica".
Hoy, en apenas una hora, seré testigo de toda esta macedonia de ideas cruzadas y posiciones dúctiles y por lo que se ve efímeras en la celebración del XXX aniversario del Estatuto de Autonomía de Andalucía en Granada. Veré a todos los protagonistas o a buena parte de ellos. Y no sé por qué, de alguna forma, sobre la atmósfera planeará una sensación como si fuera el último guateque, la última reunión de dos generaciones de dirigentes socialistas a los que la Historia está a punto, por medio de las urnas, de sacarlos de la fiesta.
Nosotros nos quedaremos para apagar las velas. O para volver a encenderlas. O, siempre, en cualquier caso, para contar lo que pase.
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